Godleng

Cuando tienes pensado regresas Mi ángel

Te extraño mucho mi Ángel Caído

Tal parece que seguiré sin verte, realmente te extraño mucho Barak

–Barak.. – No sabía si el ángel lo hacía por que en verdad correspondía a sus sentimientos declarados en Francia o si lo hacía para torturarle. Deseaba sucumbir a sus labios, a sus ojos, incluso el olor del cigarrillo no era tan desagradable. Sus mejillas enrojecidas denotaban la sorpresa y la felicidad escondidas en su alma al encontrar a su amado.

Sin embargo, algo en Cecile le hizo reaccionar; las imágenes de Barak apuntándole con un arma a su amigo herido, la cicatriz en su cuello por la herida de bala y la mirada que tenía llena de ira y odio en aquella última ocasión le hicieron temerle.

¿Qué demonios estaba pasando? ¿Cómo podía acercarse así como si nada y con una cara tan diferente? Cecile retrocedió antes de que algo más sucediera, pasó de largo y fue a sentarse a una banca cercana.

–Recibí tu paloma, aunque no tengo idea de cómo es que me encontraste en Suiza, y he sentido que usaste magia de nuevo. ¿Tienes problemas?...– Con todo el dolor de su corazón debía hacerse la fuerte frente a él. Ya le había confesado su amor , estaba consciente de que él podía usarlo en su contra.

Al final terminó en el patio trasero del Palas, estaba agitada por alguna razón, no había usado casi nada de poder pero sentía que había drenado demasiado. –¿Será que está en problemas?..– Corrió con un poco más de esfuerzo hacia el portón del jardín central, ese no tenía nada de vigilancia en él. Lo abrió causando que el chirrido se escuchara en eco por todo el palacio.

–Barak..ah..–jadeando– ¿Estás aquí?– Había sido una tonta en no traer su arma si la vida del ángel corría peligro. –Cecile eres una tonta..–

Cruzar el Palacio sería pan comido, cuando el agente de seguridad dejó la puerta principal para hacer el cambio de guardia Cecile lo traspasó con un hechizo simple de desmaterialización; sabía que dentro había alarmas de seguridad y movimiento que logró evitar lanzando una humareda de polvo mágico que permitiera ver los láseres.

–Barak, espérame por favor..– Su espalda y cuello ardían más que antes, sabía que al fondo del corredor cruzando todas las salas le encontraría. Apresuró el paso resonando los tacones de sus botas en la duela. Correr por un palacio así le hacía recordar su casa.

Cecile estaba parada frente al Castillo de Versalles, era imponente como todos los demás edficios históricos de Francia. Había visto postales sobre el edificio y la iluminación nocturna, pero sin duda era más maravilloso verlo en vivo.

Se llevó la mano a la nuca, su espalda le ardía. Barak no debería estar lejos. –Espero no equivocarme..– Venía desarmada, sabía que si ella moría él se quedaría sin sus alas, al menos ese era su seguro para no salir herida de muerte si se trataba de una trampa.

–Los jardines..¿eh?– Le tomaría algo de tiempo entrar o rodear el edificio, esperaba que el no fuera irse antes de.