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31-35, M
[Sʟᴀʏᴇʀs Fᴀɴᴅᴏᴍ] [Eʟ ᴇsᴘᴀᴅᴀᴄʜɪ́ɴ ᴅᴇ ʟᴜᴢ] [Rᴏʟ ᴅᴇ ᴛᴏᴅᴏ ᴛɪᴘᴏ] [Rᴀɴᴅᴏᴍ] [Sᴏʙʀᴇɴᴀᴛᴜʀᴀʟ] [Cᴏᴍᴇᴅɪᴀ]
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Nunca antes había tenido tantos problemas en mantener el balance sobre unas escaleras y jamás pensó que fuera algo que realmente podría llegar a sucederle… hasta que se halló en medio de aquella peculiar y fastidiosa situación.

Ella jalaba; Gaudy jalaba de regreso. La cuerda mágica que los unía, a ratos conseguía tensarse tanto, que acababa siendo ella la única perjudicada. Con su tamaño y fuerza física no era rival para aquel juego de tira-y-afloja; comenzaba a quedarle bastante claro. Mantenerlo unido a ella por medio de aquel truco, sin embargo, había sido una idea beneficiosa, aunque sólo hasta cierto punto… ¡Apenas estaban avanzando! Él no tenía intenciones de colaborar y ella no iba a dejarlo huir; vaya problema.

Con un último tirón que consiguió balancear la situación medianamente a su favor, Rina se detuvo en cuanto alcanzaron el primer nivel de lo que, comenzaba a estar bastante segura ya (debido a la forma escalada de su estructura), debía ser una torre. Si estaban ascendiendo, al menos era buena señal, ¿no?

Fueron las palabras de Gaudy las que la hicieron frenar el regaño que estuvo a nada de soltarle, las que detuvieron su ritmo en seco. De espaldas a él, apenas unos pasos por delante, el brillante lazo del Laphas Seed se volvió intermitente. Cada vez que sus emociones se tambaleaban, su concentración flaqueaba un instante, haciendo endeble su atadura. Afortunadamente consiguió reforzarla a tiempo. Sólo debía mantenerlo así un poco más… de lo contrario, él podría escapar de su lado y quién sabe qué cosas terribles podrían suceder.

No estoy presionando para que recuerdes quién soy, y aun así, eres tú quien pregunta mi nombre... —podía comprender que en su advertencia había una sazón de amenaza implícita, pero aún así le era difícil de asimilar—. "Rina" —repuso entonces, tal como lo había hecho la primera vez cuando se conocieron algunos años atrás en un viejo sendero a la mitad del bosque, de camino a la ciudad de Atlas, cuando él la confundió con una niña y creyó haberla salvado de un grupo de malhechores sin tener siquiera idea de lo que estaba a punto de comenzar para ambos; sin siquiera sospechar que a partir de ese entonces se volverían inseparables...

Un nudo le estrujó la garganta, pero se mantuvo estoica; todo lo que pudo.

Sí. Era tal como aquel día… —, para que lo sepas, yo me llamo Rina Inverse —mismas palabras, mismos protagonistas; sin un sol reluciente como aquel día, ni atmósfera de complicidad alguna. Tan sólo una media sonrisa forzosa, que en nada se parecía a aquel instante ya vivido, ya perdido.

Aún así y con la sensación de todo el peso del mundo en sus hombros, no podía dejarse devastar una vez más. Inspiró valor y alzó los hombros, encogiéndose con ellos.

No tengo que agradarte para que colabores conmigo. Ambos queremos salir de aquí, ¿no es así? —ancló una mano a su cadera y volteó hacia él—. Creo que comprendes que te conviene tanto como a mí, así que... —estaba tratando de apelar a su razón. Si de nada serviría el peso sentimental, debía irse por la lógica... Era su mejor salida para alcanzar su objetivo, al parecer, ya no común.

[...]

Un ruido proveniente del interior de la niebla espesa que hace rato se había comenzado a formar en torno a ellos, la alertó—. Dejemos las diferencias para después, algo se acerca —tomó de inmediato una postura defensiva, preparada para lo que fuera. En ese momento, las figuras de dos demonios, bajo la apariencia humana de dos hombres que no supo reconocer, se movieron lentamente en su dirección. Con el fin de iluminar el terreno y sus rostros, Rina conjuró la magia del Relámpago.

Con una breve mirada soslayada y un gesto que buscaba su aprobación, se dirigió a Gaudy. Intentaba comprobar si aquella nueva versión de él estaba, aunque fuera sólo un poco, de su lado. Había comprobado su desdén, pero hasta ese entonces no se había preguntado si alzaban aún la misma bandera aliada.

 
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