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31-35, M
[Sʟᴀʏᴇʀs Fᴀɴᴅᴏᴍ] [Eʟ ᴇsᴘᴀᴅᴀᴄʜɪ́ɴ ᴅᴇ ʟᴜᴢ] [Rᴏʟ ᴅᴇ ᴛᴏᴅᴏ ᴛɪᴘᴏ] [Rᴀɴᴅᴏᴍ] [Sᴏʙʀᴇɴᴀᴛᴜʀᴀʟ] [Cᴏᴍᴇᴅɪᴀ]
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¡Cómo deseaba una guía! Alguien que le dijera qué hacer y cómo. Fugazmente su memoria trajo de regreso a la anciana Aqua, a la Biblia de Claire de la que había sido guardiana y al gran Milgazia… Ellos habrían aportado luz y sabiduría a su momento de oscuridad, ellos habrían tenido una pista que le ayudara a desmenuzar aquel problema. Ella no tenía las herramientas y su voluntad -a instantes- parecía resquebrajarse un poco cuando Gaudy (¡o quienquiera que fuera él!) le lanzaba miradas y palabras duras. Debía regresar a su amigo a la normalidad y no lo lograría quedándose allí, de pie como si fuera otro tallado más en la piedra.

Se enjugó las lágrimas y se tragó el llanto; una mirada que guardaba determinación se alzó una vez más cuando se dirigió a él con firmeza.

Déjame ver el brazalete —acompañó la exigencia con unos pasos que volvieron a encaminarse a su lado. Aunque los gestos de aquel “nuevo” Gaudy fueran cerrados y huidizos, supo reconocer en su lenguaje corporal la urgencia que estaba experimentando: él estaba a punto de huir; ¡no se lo permitiría!

Con una mano se aferró a su muñeca, la opuesta al brazalete mágico, y con premura ella improvisó sobre la marcha—: [code]«Laphas Seed»[/code] —su voz sonó como un siseo y de su mano, unida a la extremidad del espadachín, una cuerda mágica nació y se enroscó en su muñeca como un segundo brazalete, que acabó unido a su propia muñeca como un pequeño par de esposas lumínicas. Con su capacidad de crear y manipular conjuros existentes, había sido capaz de moldear las ataduras del Laphas Seed a completa voluntad y hacer de éste un enlace compartido. Todo lo que tenía que hacer a partir de allí era mantener su concentración para que el conjuro no se disolviera, de ese modo garantizaba que Gaudy no la abandonara en el trayecto próximo, de camino a deshacer la maldición.

No te separes de mí… —había sido una orden, pero algo en la suavidad de su voz había sonado como una petición… la última que fue capaz de hacerle, incluso si él no podía siquiera recordar su nombre—. Andando —no espero a oír lo que tenía para decir, simplemente tomó la iniciativa, arrojándose a la carrera, escaleras arriba.
 
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