Rina podía ser ambiciosa, glotona, con toques nada finos de cinismo; pero jamás, ¡jamás!, gorronearía un solo centavo a Martina. No después de oír su risa, no cuando estaba allí sólo para humillarla.

—¡¿Qué crees que haces, Gaudy?! —el reclamo llegó de inmediato, sin embargo, tan pronto como llegó, lo dejó pasar... Estaba cansada, hambrienta y dolorida.

Con un suspiro simplemente se sentó sobre una enorme roca-escombro que halló al paso. Debía recuperarse antes de devolverles los favores a Belial y a la latosa de Martina.

—Esperaré por Sylphiel, Ameria o lo haré yo sola —no había alma sobre la tierra que la moviera de aquella roca—. Y una vez que esté como nueva... —una sonrisa diabólica asomó a sus labios—, le haré una visita... A ZOANA.