-El queso era para cambiarlo por unos cordones nuevos para mis botas, porque un gato de mi clase no puede andar con sus ajuares deteriorados- Continuó, mientras yo sentía pena de Narciso, al presumir hasta dónde debía de llegar el ego de este gato.
- ¿Y qué hace tan distinguido felino en un antro de tan poca monta como este?- Dejé escapar mi sarcasmo, al que respondió el animal con una mirada tan encendida que por un momento creí que me podría matar en ese instante.
-Bueno, es algo circunstancial- se defendió el gato- Yo vivía en el reino de al lado, era el encargado de maullar a la Luna, para ambientar la noche. Pero al rey mis canciones comenzaron a molestarle, dice que eran notas demasiado altas y que no armonizaban con el concierto de las cigarras, además me acusaron de comerme al grillo que dirigía la orquesta; en verdad yo no sé cómo fue que vino a pegarse aquella ala del pobre a mis bigotes. En fin, el muy ingrato me expulsó, pero estoy seguro que dentro de poco vendrá corriendo a pedirme que regrese a encantar su noche…"