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Caminaba con confianza hacia las habitaciones cercanas a la academia. Es la primera semana que usa calzado especial, que fue donado por tecnomagos de bajo rango, dedicados a la ortopedia. —Está bien, no debe ser difícil. Quiero acostumbrarme a las vibraciones de estos zapatos, aunque me dan un poco de cosquilllas. Espero que me ayuden a olvidar por un momento mi bastón.— Explicó.
 
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ElizabethAlacor · 22-25, F
—Si no eres ciega, detén esto.— Le da una fuerte bofetada. —Eres una estúpida, no te ayudaré nunca más— Fue lo último que dijo antes de largarse de ahí.
ElizabethAlacor · 22-25, F
—Pues eso haré... Eres una imbécil.—
—Elizabeth, ¿porqué me haces esto tan difícil?— Musita. Suspira largo, al tiempo que su rostro se convierte, llenándose de pesar. —La única amabilidad que me tienes se va al momento en que piensas que soy ciega. Y si lo fuera ¿qué?, no es como si tuvieras el poder para cambiar las cosas. Lo único que te he pedido no lo has hecho. No te pedí amabilidad, te pedí que me dejaras sola.—
ElizabethAlacor · 22-25, F
—¿Gato Cheshire? ¿De qué estás...— Volteó para ver a aquel molesto gato que casi la mató en un laberinto. Soltó un suspiro de enojo. —¿Qué carajo haces aquí, gato?—
—¡Gato Cheshire!— Exclama repentinamente, sin temor a que puedan pensar que está loca. —¡Que no soy Galeana! ¡y déjame abrazarte!—
ElizabethAlacor · 22-25, F
—¡No!— quita la mano del hombro de la chica, frunciendo el ceño de igual manera. —Alesha, no tengo que creer nada, se nota a leguas que eres ciega. La única que se perjudica eres tú al fingir no serlo y negarte a que te ayuden. Si yo te ofrezco ayuda no es porque te tenga lástima, es porque trato de ser amable simplemente.—
Frunce el entrecejo. No muy convencida de que el anterior roce pudiera hacerle algún cambio en Lizzie, inquiere. —Tu aún sigues pensando que tengo una discapacidad ¿verdad? ¿Tú me sigues teniendo lástima?—
Galeana te ayudó?
ElizabethAlacor · 22-25, F
Algo compasiva le colocó la mano en el hombro, viéndola con esa cálida sonrisa que se dibujaba en su rostro cada que veía el de ella.
—Ya la irás comprendiendo.—
Se avergüenza porque quizás pudo haber sido indiscreta para mostrar su mueca de confusión. —Lamento haberlo olvidado, Lizzie. De verdad, lo lamento.— Temía tener que mentirle de nuevo. Cuando revisó la laptop, había identificado de inmediato el teclado en Braille, pero se supone que ella no debe saber que Galeana es ciega. —Fuiste muy amable por regalarme la laptop, y lo agradezco, pero no le entiendo al teclado porque tiene unos bordes muy extraños.—

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