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Eclisse :|| Strega medievale
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ZVS1535637 · 31-35, M
Aquello bastaba para dar por sentado que sus especulaciones eran correctas, empero, aunque ella conocía de cierta forma a las entidades que aguardaban en el vacío, más allá de las barreras del Tiempo y el Espacio, al compararlas con los Ángeles de Yavéh, comprendió que no estaba del todo familiarizada con sus viejos enemigos. Pero no le refutó ni hizo gesto alguno para contradecir sus dichos. Al fin y al cabo había logrado parte de su cometido.

La siguió, como le había solicitado, en silencio, aunque sin perder el animoso semblante que se reflejaba en la perspicacia de su rostro.

Se internaron en alargadas galerías y estrechos pasillos. Mientras más lo hacían, más lograba percibir el halo esotérico que embaurnaba la edificación, hasta sus fundaciones. Examinaba las vetustas piedras con la mirada dorada, escuchándola hablar de los orígenes de la estructura...y todo comenzaba a cobrar cierto sentido — Así que...se trata de tal cosa...— Masculló, más, para sí mismo, que en respuesta a sus dichos.

Las mortecinas luces de farolas dispuestas a lo largo de los corredores, iluminaban el andar de ambos, guiándolos, aunque a ella parecía no hacerle falta, pues tenía en los pasos seguridad de sobra que le confería haberlos transitado muchas veces en el pasado. En alguna parte muy profunda del lugar, comenzaron a escucharse unos mujidos coléricos que le llegaban más claros con forme avanzaban. Y lo hicieron hasta hallarse ante sendas puertas, que parecían obra de mano no humana y, que tras algún sortilegio hecho por ella se abrieron para dejarlos pasar. Él siempre detrás lo observaba todo con detenimiento.

Al ingresar, el ambiente se le antojó denso. Horadó en la oscuridad, y mientras gruñía, tal vez, rabioso por querer ser retado por ella, o por la promesa de ansiada violencia, dio un paso al frente, adelantándose, con el rostro velado por una repentina sombra. El aire, ya de por sí pesado, ahora se había viciado con una opresión casi asfixiante; la sensación de peligro era real y parecía venir del titánico moreno, de quién esta vibra de espanto no sólo parecía surgir, si no que era también la hechura de su carne, aún bajo aquellas vestiduras mundanas. Parecería muy, muy grande, incluso más de la talla que realmente tenía, y espero la aparición de su "prueba", con las manazas cerradas en puños amenazadores.