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*El día había llegado, las hermanas de Flavio por fin conocería a la famosa chica idéntica a su madre, estaba algo nervioso pues no sabe cómo reaccionarán sus hermanas al verla, espera que no sea demasiado drástico lo que suceda. Avanza con ellas hacia el lugar, antes de abrir la puerta se detiene y las mira a los ojos* — Per favore, non fare qualcosa di stupido, ti avverto. *Tomó algo de aire y abrió la puerta dándole el paso a sus hermanas, al entrar él las guío a la caja en busca de la chica que no se encontraba ahí en ese momento, Flavio le habló con familiaridad* — Carmina, estamos aquí!
 
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EsbttDVzo · 26-30, F
(...) asimilar para ella y está segura que Vittoria pensará lo mismo.
EsbttDVzo · 26-30, F
Al ver a aquella mujer se quedó quieta, realmente parecía su madre, excepto por el color de ojos y el estilo para vestir, pero el resto era muy parecida, su rostro se deformó un poco, no podía quitarle la mirada de encima y esque los últimos años que pasó con su madre fueron estar con ella todo el tiempo, su cuerpo estaba tenso, trataba de disimular en la medida de lo posible su reacción de impacto ante aquella chica, mira a Flavio y luego a Vittoria, no podía creerlo y a su vez le intrigaba como es que una total desconocida se parece más a su madre que ellas mismas que si son sus hijas, esto le molestó un poco y puso un poco mala cara, sin embargo tomo aire para responder el saludo de la manera más educada posible.

— Elisabetta Di Vincenzo, es un gusto.

Fue tajante y cortante, y es que no sabía cómo actuar o que decir ante tal acontecimiento, era tan parecida que quería darle un abrazo pero a la vez estaba un poco celosa en como Flavio sonríe cuando la ve, es algo difícil de (..
Flavio · 26-30, M
(...) tercas, que es imposible mantenerlas elejadas de la cosa nostra por más que lo intente*
Flavio · 26-30, M
*Al ser alto, logro ver a la chica desde donde estaba, aún así fue pasiente de esperar a que terminara sus labores, ella siempre era muy diligente, lo sabía porque las personas que la cuidaban desde las sombras le avisan sus movimientos, no, no la vigilaba, era más bien para evitar lo que pasoyla última vez. Cuando por fin Carmina fue hacia ellos le sonrió como siempre y le saludó hasta con una mano, ya era bastante cercanos como para llevarse de esa manera, luego recordó que sus hermanas estaba a su lado y sabe también lo observadora que son, aclara su garganta y borra la sonrisa de sus labios para hablar de la manera más formal posible* — Carmina, muy buenos días, te ves hermosa hoy, ese vestido te queda bien. *Miró a sus hermanas por el rabillo del ojo pues quiere ver las reacciones de ambas, aún así las presenta formalmente.* — Elisabetta, Vittoria, ella es Carmina; Carmina, ellas son mis hermanas. *Nunca las había mencionado por qué no quiere ponerlas en riesgo pero son tan (...)
(...) Y ni siquiera demoró en notar en la realidad de este pensamiento al ver que en esta ocasión venia acompañado de dos jóvenes de imponente y elegante apariencia. ¿Quiénes podrían ser? [i]— ¡Bienvenidos! Mucho gusto, soy Carmina Valenti. —[/i] Comento alegre, mientras avanzaba hacia los recién llegados. Optó entonces de retirarse aquel mandil, el cual doblo con delicadeza y dejó sobre el mostrador.
(...) Presurosa, lavó sus manos en el área designada de la bodega, y seco sus manos antes de salir a su encuentro.
Mientras atravesó aquella puerta, acomodó cuidadosa su mandil negro, para proteger el vestido que había optado por portar aquel día, recién sacado del armario de su abuela. Un corte clásico, sin mangas y diseño con flores blancas. Una vestimenta inusual para trabajar, pero típica ya en su persona en días de nostalgia. [i]— Buen día, bienveni- —[/i] Su saludo se vio interrumpido al percatarse de quien había ingresado al local. Era Flavio. Una enorme sonrisa apareció en el rostro de la joven al percatarse de que el joven había vuelto a visitarle. Si algo podía reconocer es que cada que él aparecía, eventos inéditos ocurrían. (...)
Cómo todos los días, Carmina se dedicaba a su tienda desde que despertaba hasta que era hora de cerrar con completa adoración. Su labor diaria, aparte de obviamente atender a la clientela, era mantener cada rincón pulcro y bien organizado. Esto formaba parte de las enseñanzas de su abuelo, quien siempre le insistía en la buena presentación y modales y cómo estos le ayudarían siempre en la vida. Era casi cómo una regla de oro para ella.
Y justamente, aprovechando que el local se encontraba tranquilo, había limpiado el lugar de pies a cabeza tal y cómo su abuelo le enseñó. ¿Había acaso algo que le pudiera resultar más agradable? Fue justo, cuando se encontraba en la bodega trasera, guardando la indumentaria de limpieza cuando logró escuchar aquel clásico sonido de las puertas abrirse y una voz familiar llamarle. Por la distancia y la puerta cerrada no logró distinguir de quién se trataba, pero eso no le preocupó en lo absoluto. (...)
SW-User
[...]

Escuchó a su hermano, más no respondió, solo se limitó a encogerse de hombros y caminar tras sus mayores, llevando las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, buscando con la mirada a la susodicha; estaba lista para cualquier imprevisto que sucediera, sea bueno o malo.**
SW-User
**En todo el trayecto Vittoria se la pasó callada, con una cara llena de molestia, irritada y entre más parecían acercarse al lugar, más se amargaba e irritaba. Ella pensó que como mínimo, la mujer estaría a la altura de la familia, pero al llegar a la tienda, vio a sus hermanos y enarcó una de sus cejas, ¿De verdad la iban a encontrar en esa tienducha? Se preguntó a si misma, mínimo que fuera la dueña de la tienda y tuviera una franquicia.

Soltó un pesado suspiro y bajó del auto al último, no muy convencida del lugar, Vittoria era una persona que se tomaba muy a pecho los estándares de la alcurnia, ella no se veía a la par de cualquier persona, no por nada tenían lo que tenían aunque fuera por trabajos ilícitos, al final de cuentas, La cosa nostra era reconocida en todo el mundo y bien respetada en toda Italia, y esa era la imagen que siempre quería dar Vittoria, que le respetaran donde ella pisara y fuera.

[...]
EsbttDVzo · 26-30, F
La rubia se encuentra algo nerviosa, no sabe lo que va a encontrar, si de verdad se parece a su madre ¿que va a hacer? Está por completo perdida en sus pensamientos, Flavio detuvo el coche frente a una tienda de conveniencia y ella enarco una ceja, ¿de verdad alguien que se encuentre en ese pequeño lugar podría parecerse a su mamá? Derrepente su hermano les habla haciéndolas bajar del auto y caminando adentro del establecimiento, antes de entrar les dice aquellas palabras a lo cual Elisabetta rueda los ojos.

— Va bene capisco.

Cuando la puerta del lugar se abrió ella alzó la mirada buscando a aquella persona pero no vio a nadie, eso acrecenta más sus nervios, trata de disimular desviando la mirada para ver el contenido en la tienda, pero se cruza de brazos y da leves pisaditas en el suelo esperando que aparezca la susodicha.

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