El escupitajo se estrelló contra sus lentes. Elizabeth se quedó con la boca abierta, paralizada por lo que acabó de pasar.
No le hicieron nada las amenazas, sólo encendieron una furia ardiente en ella. Cuando Fifika se estaba yendo, Elizabeth se paró de golpe y la siguió. La agarró del hombro y le pegó una cachetada.
—¡Enferma de mierda! ¿Qué carajo te pasa?
Se dio vuelta y se marchó, lagrimeando por la rabia.
Las provocaciones no eran perdonadas por la gitana, que pronto de puso de pie dando un brinco frente a la rubia atrevida. Ahora tenía el ceño deformado por la ira y, evitando al pequeño que rondaba a su lado, actuó al instante. Solo hizo falta inclinarse mientras aclaraba la garganta y soltarle directo en la cara de Elizabeth un escupitajo veloz. - "¡Loca será tu puta madre! ¡Ten cuidado conmigo, porque no sabes con quién te estás metiendo!" - Sumando el efecto de la droga, Fifika se veía totalmente desquiciada. Pronto estaba retrocediendo para retirarse, dando pasos hacia atrás mientras seguía hablando. - "Y ten cuidado de noche, mosquita de mierda, porque te acordarás de mi." - Finalizó con aquella amenaza, pensando en maldiciones adecuadas, mientras terminaba por alejarse.
Los hombros se le tensaron por el desagrado, y su rostro se llenó de una expresión de ira. Con agilidad giró su muñeca para atrapar así la contraria, presionándola con fuerza. - "No me toques..." - Fue lo único que respondió, con un tono sombrío que nunca antes había usado con ella. Para su suerte algo se conocían, pero si se hubiese tratado de un extraño no hubiese dudado en golpearla en ese mismo momento.
Fifika, que era viciosa pero no tonta, soltó una carcajada que fácilmente pudo pasar por fruto de la droga. En realidad se trataba de una mezcla entre su sarcasmo y la risa que le habían provocado tantas ideas disparatadas. ¿Café? ¡¿Fotos?! Parecía broma, ¿quién se emocionaría por aquellas cosas? Y aunque lo último si le tentaba, optó por abrir los ojos para poder responderle como corresponde. - "¿De qué cosas estás hablando?" - Decía aún entre risas. - "Yo aquí estoy bien, si quieres tu ve." -
Mientras intentaba retomar la meditación, se relamía en un intento de quitarse el mal gusto de la boca. Apenas reparaba en quien la acompañaba, pero escuchar nuevamente su voz la exasperó un poco. - "¿Tu casa? ¿Y yo para qué querría ir a tu casa? "- Se notó su malgenio en aquel comentario, hecho aún con los ojos cerrados. La repulsión no era algo personal, hubiese respondido de la misma forma a cualquier otro gaje molesto.
Siguió sus instrucciones. Cerró los ojos y no se concentró en nada más que en su respiración. El aire recorrió sus pulmones, infló su pecho.
Pero en sus ojos no podía evitar algo.
A cada rato aparecía la imagen de su contraria. Su figura femenil, llena de curvas tan suaves y una hermosa piel morena. Sus piernas al descubierto, y sus pies descalzos con los que andaba la suave tierra. Y la negrura selvática en su cabello.
