-Señorita, ¡Luce resplandeciente como cada mañana!
Con la charola en mano, se adentró en aquella habitación, cuyas paredes reflejaban la luz del día. Pudo asumir que la joven ya llevaba un rato despierta, ya que la cama se hallaba tendida y un cepillo yacía sobre la superficie de su tocador. Las mucamas ya se habían encargado de atenderla.
Se abrió paso al interior de la habitación, dejando descansar la charola sobre una mesilla cercana a su colchón. Virtió cuidadosamente el té sobre la pequeña taza, para después tomar miel de un frasco, virtiéndole un par de cucharadas.
-Ojou-sama, su té está servido. ¿Qué planes tiene para hoy?~