Rol off: D: discúlpame ahora a mi por muy muy muy extensa demora.
-Yuuko~...
❦De entre los labios en un tono cereza algo claro, salió la respuesta algo sería, el mirar carmín de la joven de cabellos purpura muy oscuros se fijó, en el líquido carmesí que brotaba, de quien por el momento no conocía❦
-¿Que te sucedió?... ❦Aun cuando su cuerpo emitía un aura algo diferente parecía que la joven no se asustaba de verle❦
-Señorita, ¡Luce resplandeciente como cada mañana!
Con la charola en mano, se adentró en aquella habitación, cuyas paredes reflejaban la luz del día. Pudo asumir que la joven ya llevaba un rato despierta, ya que la cama se hallaba tendida y un cepillo yacía sobre la superficie de su tocador. Las mucamas ya se habían encargado de atenderla.
Se abrió paso al interior de la habitación, dejando descansar la charola sobre una mesilla cercana a su colchón. Virtió cuidadosamente el té sobre la pequeña taza, para después tomar miel de un frasco, virtiéndole un par de cucharadas.
-Ojou-sama, su té está servido. ¿Qué planes tiene para hoy?~
Los primeros rayos matutinos hacían su aparición, atravesado impetuosos los cristales de aquella enorme mansión que le había dado cobijo a la Familia Arcana. Aquella organización que se encargaba de patrullar por el bien de las alebrestadas calles de la isla de Régalo.
Algunos miembros se habían retirado al trabajo muy temprano, por lo que poca gente se hallaba en la casa, dejando al aire aquellos susurros del viendo colándose por las ventanas, y los silenciosos susurros que hacían las escobas en mano de las mucamas al rozar por el suelo.
En la cocina de aquel lugar se hallaba un joven de cabellos oscuros al igual que su vestimenta, sus ojos violáceos se hallaban puestos en una bandeja de plata, en la que colocaría un decorado conjunto de taza y tetera, con demás aditamentos. Después de ello, se dirigió hacia una habitación a lo largo del pasillo, aquella donde se encontraría aquella niña pelirroja de la que había cuidado a lo largo de su infancia.
Llamó a la puerta un par de veces, produciendo un sonido sordo debido a sus puños enguantados. Aguardo por unos instantes a que su llamado fuera atendido, preguntándose si la señorita aún se hallaría en cama.