— Soy una caja de sorpresas —hizo un enfático movimiento de caderas, a la vez que pasaba su larga cascada de cabellos blancos detrás de su hombro. La vista de su clavícula y escote se había despejado, y a la minina le encantaba lucir sus atributos.
— Uno muy amistoso, claro —sonó sarcástica, incluso sonrió a medio labio. Había llegado la hora de retirarse, y al pasar por su lado, sacudió el polvo del hombro del arácnido.
— Quién pensaría que ves comedias de la compañía del ratón. — Se aligeró en su postura. Mientras tocaba con sus dedos el contorno del destrozado visor. Renegó y dejó así, seguramente en casa lo arreglaría. La miró, con calma pero sin dejar su seriedad, después de todo mantiene una batalla interna de dos mentes por el control de ese cuerpo.
— Lo tomaré como un amistoso zarpazo felino. — Así estaba mejor. Verla sonreír.
— ¿Me estás amenazando? —inquirió divertida, juntando una montaña de polvo con su pie, luego de hacer a un lado algunos escombros, cuando este se levantó. Podía ver uno de sus ojos, gracias al visor rojo.
La gata sonrió a medio labio y sus hombros encogió, antes de guardar sus garras retráctiles.
— Sabes, toda situación parece una película comedia de Disney.
Se reincorporó paulatinamente. Una vez en pie hace tronar articulaciones de su cuello. — De verdad no me gustaría hacer esto de nuevo. Los tratamientos de ortodoncia no son económicos y me sentiría culpable. Pensaré si ayudarte en el próximo diseño de sonrisa, Cat. — (?)
