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—No hay mucho que entender —respondió el moreno, sin apartar la vista de la ventana—, mis abuelos decían que ayudaba con el calor.

Luego de ello tomó su taza, agradeciendo al mayor por tal gesto. Al darle un trago pudo sentir lo amargo que era. Sí. Era por eso mismo que antes no le gustaba, pero los tiempos cambian, al igual que los gustos. Volvió a dar otro trago ya disfrutando de la bebida, hasta que una duda cruzó por su mente.

—Tampoco yo entiendo a aquellos que son fanáticos de padecer diabetes a tan temprana edad.

Dijo divertido, riendo un poco.
Pronto el agradable aroma de un buen café invadió el ambiente. Jasuke le había llevado una taza hasta el lugar donde se ubicaba Enthon quién en ese momento permanecía inmerso entre pensamientos.



— No entiendo las personas que prefieren el café caliente a esta hora de la tarde.

Replicó mientras disfrutaba un smoothie de caramel macciato frío y con proporciones exageradas de azúcar.


Limitándose entonces a limpiarlas con la manga de su sudadera.
Tenía que ser fuerte, avanzar para que así él pudiera verlo, desde lo más alto, en dónde seguramente exploraba el cielo y se burlaba de él al ver hacia abajo.

Enthon apagó el celular, y tan solo quedó en silencio viendo hacia arriba.
A veces, en las tardes, Enthon recordaba lo que era salir a jugar por la calle o bosques de las afueras. Ese ímpetu aventurero que lo hacía embarcarse en cada travesura que se le ocurría. Una que otra vez fueron estas las causantes de regresar sucio y con alguna rodilla raspada de vuelta a casa. Esperando que su madre no lo regañara por haber ensuciado su ropa.
Solía pensar en todo aquello, cuando era niño. Mirando así un grupo de pequeños jugar por las calles.
¿Cuándo fue que se había vuelto en lo que hoy era? Se veía tiempo atrás en dónde aún el café le sabía asqueroso, y que las historias de héroes eran lo máximo, cuando salía disparado a casa de su mejor amigo a hablar del nuevo capítulo en tv. Enthon había crecido... Pero su amigo no.

—Ojalá pudiéramos seguir hablando —dijo Enthon buscando entre su celular una foto—, o que pudieras burlarte de mí, cuando me retaste a beber café. Sabía asqueroso, idiota... Le habías puesto tierra.

Lágrimas se colaron entre su rostro.

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