—No voy a abrir los ojos, me tienes que dar indicaciones para que yo pueda pasar por el aro central de los guardianes y volver a este punto a salvo.— Destacó las últimas palabras para darles más énfasis y que la contraria las tuviese en cuenta.

Recordando situaciones no muy alegres de personas que habían quedado a merced de los hermanos Carrow, hizo una mueca con esperanza de no correr el mismo riesgo. Al menos, si moría ahí, sería haciendo algo que le gustaba. Debía dejar de ser tan fatalista a veces, suspiró levemente enderezando su postura sobre la escoba a la expectativa de las indicaciones de su compañera y relajó sintiendo la brisa fresca sobre su rostro.

Sentía que el problema con Alecto era la falta de confianza tanto en sus habilidades como en la capitana, y a su vez no sentía una conexión con ella como la que debería existir entre cazadoras.

—Carrow, súbete a la escoba, vamos a probar algo.— Señaló a la joven con el mástil de la escoba que había recogido del suelo mientras una idea afloró de la nada y sin pensarlo demasiado comenzó a ponerla en práctica. Ya volando en altura con su compañera, sin previo aviso cerró los ojos y las dudas de lo que pretendía hacer comenzaron a aflorar en su cabeza. Con esa "actividad" pretendía dar el primer paso para formar un vínculo un poco más cercano con ella en la cancha, para ver si así aumentaría su confianza a la hora de lanzar.

Pase fallido, los aros prácticamente desprotegidos, la snitch invisible, y ya varios moretones por las bludgers mal atajadas. Ese fue su límite. Bajó de su escoba con una clara frustración y la arrojó con fuerza contra el suelo. Se cruzó de brazos y con la mirada centrada en las nubes intentó armarse de un tono un poco más suave del que estaba segura que saldría de sus labios.

—No sé que les ocurre hoy y no quiero saberlo, pero el viernes vamos a volver a practicar y quiero que esta vez, todos traigan su mente y atención además de su uniforme. — Un corto aplauso coronó su pequeño discurso, que se llevó algunas miradas recelosas las cuales en el fondo sabían que Emma tenía la razón. En ese ámbito siempre la tenía.

Sus ojos se posaron en la última persona que quedó en el campo y no parecía muy apurada por retirarse, así que Vanity aprovechó la ocasión para intentar solucionar algo que vio muy presente en la práctica. <+>