—Esas criaturas…están por todas partes. —Admitió algo espantada ante la imagen, mientras intentaba sacárselos de la cabeza. A dónde iba, había algún Pukwudgie observándola y la ponían incómoda. Sin embargo, no se había reunido en el medio de la noche para criticar al colegio de la contraria y añorar el regreso al suyo, sino a demostrarle de que estaba hecha una Slytherin.

A pesar de no esperar que la quaffle rosase el césped, no se mostró impresionada ante los movimientos de Charlie, tan sólo la observó con suma atención en la búsqueda de sus puntos débiles. Lo cual, bajo el manto de la noche y sus varitas como única fuente de luz, no resultaba sencillo.

-Atrapo la quaffle rápidamente cuando se la lanzo sonriendo con aires despreocupados pues era obvio que su contrincante estaba probando sus reflejos entre tanto la miraba un tanto divertida pues le había sobresaltado- Lo siento.. Los Pukwudgies son difíciles de evadir.

Desde su posición, no pudo advertir la llegada de la estudiante cuyo susurro la sobresaltó más de lo que le hubiese gustado admitir. Quedó paralizada sobre sus pies, esperando oír si alguien más la acompañaba y confirmar sus sospechas sobre las intenciones secretas de Charlotte, pero se había equivocado. Estaba sola.

—Te tardaste, Grainne. —Exclamó con su seguridad ya recobrada, dando un pequeño golpe con los nudillos de su mano izquierda sobre el tronco en el cual había encontrado refugio y le lanzó la quaffle a su contrincante de forma repentina para probar sus reflejos.

-Salir de su dormitorio y sala común fue fácil lo que no contaba era con que los Pukwudgie estuviesen haciendo guardias fuera de su torre con agilidad y destreza pudo salir al campo buscando a la rubia en medio de los árboles jamás iba a permitir que un colegio rival como aquel se jactara de hacer más pases que ellos- ¿Emma?-Susurro lo suficientemente alto para que la escuchara-

¿Acaso era una cruel broma del destino que en el único momento que Emma Vanity se dejase llevar por su vanidad, pudiese acabar expulsada? Para desgracia de sus contrincantes y ventaja de sus aliados, les adelanto ese no sería el día; pero como culparla, que es la vida sin correr un poco de riesgo.

Media noche, las campanas habían sonado marcando el toque de queda, no había otro sonido más que el de sus latidos agitados retumbando, contrastando a la calma que se podía sentir gracias a la casi ausencia del viento. Enfrentando a un bellísimo claro estaba la serpiente de cabellos dorados, lista para demostrarse más a ella misma que a Charlotte que, tal como predijo, podría hacer más pases que la norteamericana en menor tiempo.

La esperaba impaciente, escondida detrás de un árbol vigilando que ningún celador la detectara y comenzando a sospechar que no aparecería, convirtiendo esta salida nocturna en una elaborada trampa para meterla en problemas en aquel colegio vecino.