Ella soltó una risilla. Sí, recordaba toda esa eternidad de él corriendo lejos de ella. Bajó de su cuerpo y le tomó de la mano, luego confirmó con una gran sonrisa la respuesta a esa invitación. Tal vez estaba haciendo trampa con ese Entei humano, quizás cuando recordara le reprochase de alguna forma, pero... No podía esperar, no se negaría a ello. Prácticamente corrió a su habitación.

Sintió que subía y en respuesta le envolvió el cuerpo con ambas piernas. Afortunadamente su kimono pudo abrirse para darle ese espacio, y entonces la piel desnuda de las mismas ahora estaba a la vista, como acostumbraba. Ya no podía parar, le tomó de las mejillas y pausó lo suficiente el beso para murmurar sobre sus labios. —No sabes cuánto esperé que te acercaras a mí ...—

Gruñó un poco entre esas acciones pero se dejó llevar, ahora sus dos manos encontraron un punto de apoyo sobre esas cumbres firmes y de un movimiento la elevó del suelo.
Corto con un leve mordisco sobre sus labios y no lo notó pero su mirada destiló el mismísimo fuego por sus pupilas.

Ella ya estaba perdiendo el recato fingido que tuvo que aprender para esa época. No había forma de ocultar sus ganas. Le puso una mano en la nuca y con el apoyo dobló una rodilla para enrozcarle una pierna al costado. Gracias a que una mano ya estaba en su cadera decidió tomarla y darle un paseo por todo lo largo de la curva su muslo, despacio, esperando que la conociera.

Que le correspondiera el beso le aumentó el deseo por ella, quería desatarse con ella, realmente le gustaba tanto. Sus fuertes manos se deslizaron y hallaron lugar en las caderas de la pelinegra, así mismo lo atrajó a su cuerpo.
Para continuar besándola, deslizando sus labios sobre los ajenos y gozando de ese exquisito sabor proveniente de ella.

No necesitó ser una deidad para derretirse por esa espléndida sorpresa. Aferró las manos a las ropas de su pecho para impedirle que se alejara en caso de que tratara, y así lo besó. Disfrutó su boca, turnó la exploración a cada uno de sus labios con paciencia, pero el calor subía, y dejó que apresurara la intensidad del beso.

— ¿Sorpresa?, Ahora mi sorpresa— Le mantenía sujetada del mentón y ahora fue él quién le besó sobre los labios, pausado y destilando fuego sin saberlo en ese contacto.

Lo miró con atención por largos segundos. Era una distancia demasiado corta, y sabía que no tendría oportunidad de nuevo para ello. Se puso de puntitas y le dejó un pequeño beso en la comisura de sus labios, esperando eso cambiara el tema. — Sorpresa. —