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— Rol privado.
 
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TessaEllis · F
— ¡Oye! — Se quedó con las palabras en la boca, lo cual le hizo torcer un poco la boca, para luego soltar una pequeña risa, negando con la cabeza.

— Parece un ratoncito nervioso. — Se escuchó una voz masculina detrás de ella.
— No me sorprende, tiene tanta presión encima por quedar bien frente a personas que solo van tras la reputación de su padre. — Se encogió de hombros y metió las manos a los bolsillos de su vestido. — Iré a comprar algo de pan y preparar la cena.

Con un gesto de su mano se despidió de su amigo, que regresó dentro del enorme salón, y ella abandonó el territorio de Madame.
—Que pronunciara su nombre con tanta libertad la hizo dar un ligero respingo, no por molestia, si no llena de sorpresa. Había pronunciado su nombre sin ningún aire pretencioso o irónico, como si no tuviera una intención oculta.—

Tessa Ellis... —Murmuró, queriendo grabarse a fuego el apellido, no lo recordaba y era obvio que investigaría.— Dudo que eso ocurra, estoy segura, aunque tenía los ojos cerrados, que todos estaban encantados con lo buena maestra que eres. Hiciste bailar a un desastre como yo en una sola clase.

—Su comentario la hizo ponerse roja como si fuera un tomate. No se había percatado de lo impropio que era sostenerla tanto tiempo de la mano, soltándola de inmediato.— ¡Perdóname! —Incluso dio un paso hacia atrás, presa de su propio nerviosismo, como si no supiera cómo debía actuar en una situación así.

Optó por irse primero, si tenía algo que decirle ya no la escuchó, huyendo literalmente de la escena, rogando porque su carro ya estuviera fuera.—
TessaEllis · F
El pequeño tirón de la mano le hizo dar una brusca media vuelta y quedar de frente a ella, sin poder evitar dar un apretón y soltar una risa. — Vaya que tienes fuerza, Ekaterina Vronski. —

Acomodó su cabello por encima del hombro mientras la veía, arqueando una ceja, no esperaba que alguien le agradeciera con tal entusiasmo. — Soy Tessa, Tessa Ellis. — Evidentemente el apellido no le sería familiar, era todo menos aristócrata. — Estuviste excelente hoy, estoy segura que para la próxima clase pelearán por ser tus compañeros de baile. — Sonrió a medio labio, para luego bajar la mirada.

— ¿Me regresarías mi mano? — Dijo en un tono evidente de broma, pues aún estaban sujetas una de la otra.
—Alcanzó a reprimir un escalofrío cuando su aliento chocó ligeramente con su oído. Se sentía un poco vulnerable estando con los ojos cerrados, pero olvidaba esa parte si se concentraba en la música, de hecho, logró dar el giro sin mayor problema, solo costándole un poco volver a tomar su mano.

La pieza terminó y por fin abrió los ojos, tragando saliva por los aplausos de todos. Intentó recuperar la compostura y agradeció a la Madame, aunque ella estaba ocupada dándole besos a su compañera.

Terminada la clase, agradeció haber sobrevivido y era momento de agradecerle también a su nueva guía. Al despedirse, tardó unos segundos en reaccionar y antes de que algún hijo de otro aristócrata la detuviera con aburridas charlas, sin quererlo, tomó la mano ajena para detener su andar.— ¡Disculpa! Aún no me has dicho tu nombre, necesito agradecerte por lo que hiciste.
TessaEllis · F
Aún no. — Susurró a su oído inclinándose un poco, para luego volver a su postura original.

Suspiró aliviada, tenía la certeza de que no podía ser un completo desastre. Sí, había aún errores en el ritmo, pero esos se podrían ir corrigiendo con el tiempo.

Alzó su mano y le hizo dar una vuelta, para luego volver a tomarla de la cintura y continuar con ese suave vals a tres tiempos. Sus adoloridos compañeros la miraban con asombro, en una sola pieza había logrado que, al menos, dejara de dar traspiés.

Con un aplauso y chillidos de Madame, se acercó a la pareja, dándole de besos en las mejillas a una sorprendida Tess. — Sabía que eras mi salvación. Ahora — Se giró a todos los alumnos. —, ha sido todo por hoy, los veré el viernes. —

Entre aplausos fueron saliendo uno a uno del salón. — Buen trabajo. — Sonrió la pelinegra hacia ella, antes de darle la espalda y caminar a la salida.
—En cuanto se detuvo, sospechó que los regaños vendrían o su renuncia, tendría que volver con su madre y decirle que no había remedio. Pero no fue así, escuchó el consejo más extraño que había recibido.

¿Alguien a quien apreciara? ¿Su padre? Ya lo había decepcionado. ¿Su madre? Ella bailaba mejor. Fuera de su familia no había nadie a quien tuviera cariño especial.

Sin más, cerró los ojos e intentó seguir las instrucciones, se imaginó en un lugar que la hiciera sentir en calma, solo escuchaba la música e intentó crear la escena donde solo estuvieran ellas dos, sin nadie más mirando.

Fue entonces que sintió su cuerpo soltarse, dejándose guiar por la mano experta de su compañera. Se rio por los nervios, pero no abrió los ojos.— ¿Aún no te piso, verdad?
TessaEllis · F
Había una pequeña diferencia de estatura entre ambas, y verla así de nerviosa la hacía parecer mucho más bajita e indefensa.

La música comenzó a sonar, y sí, era torpe como solo alguien con dos pies izquierdos. Aún no lograba pisarla pero... — Parece que estás empeñada en hacerlo. — Soltó por lo bajo y con un tono alegre para intentar relajarla.

Esa distancia que ponía entre ellas le complicaba bastante el poder moverse, y se detuvo, ante las miradas de sus demás compañeros de baile, sintiendo pena por la mejor bailarina de Madame.

— Piensa que estás bailando con alguien a quien tienes mucho aprecio, alguien con quien te sientes cómoda. Piensa en esa persona y cierra los ojos y no los abras hasta que la música deje de sonar. — Ahí volvió a adoptar postura, apoyando su mano en la cintura de la chica y sujetando su otra mano con la suya, como cualquier de las otras parejas.

Solo faltaba ver si aquello funcionaba.
—No supo si se debía a que estaba sumergida en su propia vergüenza o porque, incluso caminando, esa chica tenía el peso de una pluma, porque no advirtió su llegada hasta que la tenía enfrente, entregándole la copa.

Intentó balbucear algo pero fue en vano. ¿Se lo había dicho como un sarcasmo? Lo cierto era que necesitaba relajarse. No bebió ni una gota, volvió al salón, con la mejor actitud que pudo, sin embargo, la nueva orden de Madame, la hizo sentir la boca seca... Hubiera tomado agua cuando pudo.

¿Ella? Esta vez sin disimulo alguno la miró nerviosa... ¿Iba a bailar con esa chica...? ¿Por qué estaba nerviosa? ¿¡Por qué!?— Lamento si llego a pisarte. —Advirtió cuando estuvieron más cerca.

Adoptó la postura adecuada (lo único que aprendió a hacer), pero sin querer tocarla demasiado, incluso inclinaba un poco el rostro hacia atrás, para abrir distancia. Nerviosa era poco para lo que sentía.—
TessaEllis · F
En su descanso, todos estaban platicando e incluso cuchicheando sobre lo mala que era la joven mientras tomaban agua en elegantes copas de cristal. No podían creer que fuera tan mala si era la hija de un duque no tuviera la más mínima noción, cosa que le causaba gracia porque ninguno de ellos la tenía.

Se llevó una copa hacia el jardín, caminando en silencio hasta alcanzar a la chica hasta donde se encontraba y dejarle esta en la mano.

— Necesitas despejar la mente, ya sabes, pensar menos... No eres tan mala.

Dicho aquello, se retiró sin esperar respuesta, tan solo un vistazo por encima del hombro y una sonrisa.

Terminado el descanso, Madamd habló frente al grupo.

— Tessa, no quería hacer esto pero... ¿podrías tomar el puesto de caballero y tratar de enseñarle algo a esta niña?

— Claro. — Asintió la chica, con toda la calma del mundo.
TessaEllis · F
Tessa veía entre la multitud los discursos que daba la directora, y sabía el poder que tenían sus palabras de hacer sentir como alguien promedio a quien toda su vida lo había tenido todo, y quizá esa no era la excepción, pues veía a la chica bastante nerviosa, y no era para menos.

Terminado el discurso, ella se juntó con un joven y comenzaron a bailar al son de las notas. De fondo solo escuchaba quejidos, tropiezos y lamentos a los que procuraba no poner atención, pero era inevitable. Madame solo se limitaba a abanicarse y señalar con dicho objeto a la recién llegada, haciéndola cambiar de pareja, y ella, por mucho que quisiera negarlo, sentía un poquito de lástima por ella.

Canción tras canción, el resultado seguía siendo el mismo.

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