[...] pensamientos que a pesar de haberlos tratado en su terapia, aún seguían vigentes para atormentarlo, no con bastante frecuencia como era lo habitual, pero si algunos vagos recuerdos dolorosos, de culpa y miedo venían a su mente. No estaba realmente concentrado en ese momento, buscaba la forma de apaciguar esos pensamientos agonizantes dentro de su escrito pero era imposible, ¿Cómo podría escribir un final de amor si su cabeza constantemente caía en depresión?
Recargó su espalda en el respaldo de su silla de escritorio, la cual rechinó unos instantes y suspiró totalmente pesado. Estaba a punto de encender un cigarro cuando fue que escuchó la voz de Shuichi deseándole suerte en su entrega. Sus párpados se cerraron y un suave esbozo se manifestó en sus labios. Aquello realmente lo confortaba y le daba los alientos para seguir escribiendo, pero decidió no hacerlo, al menos no ahora. [...]