EinarrAsarsson

El rostro desgastado de su joven hijo le atravesó como flecha el estómago. Sus frágiles piernas sintieron como se podían quebrar como un mondadientes en un instante. ¿Cómo pudo ella hacerle eso a él? ¿Quién iba a protegerlo sino ella?
Se culpó por ocasionarle ese dolor y en ese momento juró a su creador nunca más provocar un sentimiento similar, de esos que te amargan los labios como si de lejía tragada por error se tratase.

Caminó hacia él y lo estrechó entre sus brazos. No podía creer cuánto había crecido, tan fuerte y aguerrido se había vuelto. Le tomó de las ásperas mejillas por el vello que crecía sin forma en el rostro besó su frente obligándolo a tomar su estatura.

—Perdona; perdona por todo.

Con sutil delicadeza se apartó del príncipe heredero para mirar la plazuela donde todos le miraban incrédulos, les esbozó una sonrisa; Ereenyst abatió vuelo hacia ella con rugidos agudos y penetrantes subió a su montura para apoyarse. Le extendió la mano a su hijo. ¿Hace cuánto no cabalgaban juntos? No podía recordarlo, parecía que los años se le iban de sus manos. Sabía que ahora tenía que aprovecharlos más que nunca.

Hola soy la pajarita.

De rodillas te pido te ruego te digo. Que regreses conmigo.
Que no te he olvidado.

No puedo olvidarte
No puedo no pensar en ti
Tu voz, tus ojos, tu mirar
Tu sonrisa que no está
Cambiaría por tenerte
Conmigo un segundo más
Daría todo por saber
Que también piensas en mi

Vuelve
Que sin ti la vida se me va
Oh, vuelve
Que me falta el aire si tú no estás
Oh, vuelve
Nadie ocupará tu lugar
Sobra tanto espacio si no estás
No paso un minuto sin pensar
Sin ti la vida lentamente se me va.

Un rugido estremeció las calles nocturnas del reino. Se escuchó el quebrar de centenares de vidrios; todos sabían reconocer ambos sonidos. Eran los dragones que como cada noche, salían abatidos del dolor por los cielos derivado a la pérdida de su creadora y madre.
Pero en esta ocasión fue diferente, los rugidos eran orgullos, intempestivos para darles una esperanza a los habitantes de Émeraude; la reina no era fácil de derrotar. Todos aún guardaban fe.

De sus fauces empezó a brotar fuego que, como brillantes pirotecnias iluminaron el oscuro cielo.

Bajó del cielo primero Finnqdrión, detrás suyo Ereenyst. Sus alas se alzaron cuando aterrizaron en una pulcra entrada celestial.
Su cabeza de Ereenyst se izó en dirección a los astros que asemejaban en cercanía a la que llevaba por nombre "Luna" en la tierra.
Sus alas inquietas se abatieron retumbando el estentóreo. La gente se acercó al verlos a los dos aterrizar en la glorieta del reino, aquella que servía para que los mercaderes vendieran sus mercancías por los días y que se podía ver muy bien desde el balcón del castillo.
Ambos dragones clavaron sus ojos amarillentos en el soberano. Inclinaron la cabeza ligeramente asemejando a una reverencia.

Los trolls, elfos, y demás entes reaccionaron y curiosos dirigieron la mirada hacia el hombre heredero. Detrás suyo la silueta de su creadora se alzó y todos con el rostro conmocionado esperaron, en shock, en un silencio que aturdió.

—Estoy aquí —le respondió a su hijo.

Le ha parecido sumamente interesante la explicación sobre el pasar del tiempo. No es como que el preocupe o le afecte dado el tipo de ser que es ella, pero siempre gusta de aprender más sobre otras razas.

La expresión del rostro le cambió al escuchar que quiere saber sobre ella y su vida. No es algo que le pidan frecuentemente y no sabe muy bien como debe abordar el tema. Sin embargo, el rubio guerrero ha sido tan afable con ella contándole su vida y propósitos que no puede simplemente negarse.

Entonces suspira teniendo un escalofrío extraño cuando comienza.
Pues parecido al fenómeno del tiempo que acaba de nombrarme, lo mismo sucede conmigo. Existo desde el inicio de este mundo y esta realidad, pero el tiempo pasa por mi de forma distinta a como lo hace con los humanos.

—Tengo un reino y un clan con propósitos y caminos distintos pero una causa final en común. Mis hermanos son a veces extraños, todos los somos, pero tenemos habilidades que se complementan y eso nos ha mantenido en una buena posición.

Alguna vez tuve un esposo y casi tuve hijos con él. Pero una guerra inesperada con cierto habitante de otro mundo y otra era, terminó con aquel sueño. Conservo algo de mis hijos perdidos eso sí.

Se rasca la cabeza pensativa y luego le mira sonriente.

—Suelo meterme en muchos problemas así que hay temporadas en las que mi reino lo pasa en guerra y otras en paz en las que dominamos otros propósitos.
Mi mundo es un tanto oscuro y caluroso en algunas partes, solitario y helado en otras. Está lleno de sombras que terminan por aburrir así que en parte por eso prefiero siempre estar por este mundo. Disfruto mucho de todo lo que ofrece el reino de los hombres.

Muestra una sonrisa divertida con tintes maliciosos luego de ese comentario y suspira para luego beber un gran trago. No estaba en sus planes, pero pudo hablar de sí misma.

—Jajaja tranquilo, no es para tanto. Me has caído muy bien y saber que eres hijo de un gran amigo fue como la cereza en el pastel.

Y si, en realidad le cayó tan bien que olvidó casi al instante que había pensado en comerse su alma, inicialmente, al detectarlo. Ya se buscará una comida decente en otra parte después, ahora está real y honestamente interesada en la historia de ese guerrero.

Su mirada se fija en el rostro ajeno y escucha con atención todo aquello que le platicaba, notándole la emoción en aquel mirar entre aliviado y melancólico, no sabría cómo definirlo.

Su sorpresa fue mayor, aunque la disimuló bien, al enterarse de que había más hermanos hijos del rey nórdico. Al parecer no conocía tan bien a su amigo como pensaba. Culpa de ella, claro, que siempre anda metida en otros asuntos.

Tuerce un poco el gesto de la boca al escuchar sobre la enfermedad de la hermana del guerrero y la necesidad de llevar a su padre con ella. Deja escapar un suave suspiro y bebe un poco de alcohol para aligerar el ambiente.

—Pues entonces no hay que perder tiempo. Te recomiendo que descanses hoy y mañana a primera hora emprendemos la búsqueda de tu padre.

Levanta la mano para llamar al mesero y este se aparece al instante para tomar la orden, Lyanna pide una ronda más de vino para ambos, misma que les llevan en cuestión de pocos minutos.

—¿Qué opinas? ¿Es un buen plan? ¿Puedes esperar a mañana?

—¡Jajajaja!...

No puede evitar el soltar la carcajada al ver la reacción del guerrero ante las palabras de ella. Ver su emoción y la forma de expresarla fue un deleite para ella, es un alma pura, puede sentirlo. El rostro del resto de los comensales también era una feria de sentimientos. Los había desde los sorprendidos, los asustados, aquellos que se incomodaron por tanto escándalo y también los que ríen contagiados por la risa de la soberana infernal.

—Jajaja, tranquilo, no te preocupes, yo me encargaré de todo.

Una sonrisa amable se dibuja en el rostro de la reina y luego pide al mesero que sea amable de limpiar los líquidos derramados. Ordena también comida y vino afrutado.

—Volviendo al tema si, lo conozco. Debo decir que me sorprende mucho enterarme que tiene una familia y todo. Siempre creí que era un guerrero solitario.

La comida llega a su mesa, acompañada de pan y vino, ella le indica con un elegante ademán para que coma lo que desee.

—Hace tiempo que no lo veo, fuimos aliados en algunas férreas batallas y luego, cuando las cosas se tranquilizaron, le perdí un poco la pista. Pero puedo ayudarte a encontrarlo si lo deseas.

Toma su propia copa y bebe despacio del contenido.

—¡Hahaha! No, definitivamente no es común que la gente ande con el torso desnudo.

La risa le salió espontánea con el comentario del extranjero. Y en efecto, todas las miradas los siguen y ella ríe de nuevo al verlo beber el agua de aquella forma tan presurosa. No porque estuviera mal o le juzgara, sino porque le divierte y le gusta que sea tan transparente y sincero, simple y parece ser que sin malicia, tentador para un ente como ella que acostumbra sembrar la discordia.

Pero por alguna razón, a pesar de ser un desconocido, no le nace el ser mala con él.

Le escucha con atención y honesta curiosidad. Hace tanto que vive entre los humanos y a pesar de ello siempre llega algo nuevo que le sorprende.

—Lamento mucho que tú hermana esté enferma. Ojalá que pronto puedas llevar a tu padre a su lado.

Clava su mirada en aquellos ojos tristes y lo contempla sin saber que decir que pueda consolar su agitado corazón.

Sus ojos se abren cuan grandes son al escuchar aquella palabra. La pronunciación es un poco distinta a lo que ella conoce, al fin y al cabo que ella no maneja el idioma como tal. Si se trata del hombre en quien está pensando, sería la casualidad más grande y, al mismo tiempo, sería la justificación perfecta de por qué le parecía tan familiar.

—¿Rhage?¿Es un hombretón de cabellos dorados, cuerpo fuerte y todo el porte de guerrero?