Siempre estás ahí cuando las pesadillas llegan. Cuando sombras sin rostro se alzan terribles ante mi, queriendo arrebatarme lo que me queda de cordura, buscando llevarse el último atisbo de humanidad que mi corazón guarda. Entonces veo tu luz... hermosa, brillante, cálida. Es mi camino de vuelta a casa.
Hasta el fin de mi existencia, voy a iluminar tu camino. Juntas guiaremos a este reino a la libertad que merece. Mientras tanto, sujetare fuerte tu mano y me aseguraré que tu corazón jamás se congele.
