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Hacernos ver y sentir más humanos, más importantes sin considerar los emblemas, el estatus o lo que hay detrás de nuestras historias. Creo que, sin duda, hace un trabajo excepcional.

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... Delicadeza que le tomó, fue soltándole al mismo tiempo que se erguía, recuperando así la postura correspondiente, no sin antes realizar una última reverencia que bastó en un movimiento leve de su cabeza.
— Sigo sin ser el mejor de los bailarines en Faerghus pero, hay lecciones que nunca se olvidan, Edelgard. —Sonrió, en un principio a medio labio y terminó por adornar su sonrisa con aquella curva en su totalidad. Asintió finalmente, de una manera lenta y creó una pequeña distancia al retroceder un paso hacia atrás.— Podría intentarlo si la futura Emperatriz de Adestria no se encuentra tan solicitada. —Se limitó a sonreír y cruzó los brazos por un momento mientras que se sumía en una pequeña reflexión.— Más que proteger lo que nos hace mejores, he llegado a pensar que la profesora trata de ayudarnos a descubrir por nosotros mismos todo ello...
— Sigo sin ser el mejor de los bailarines en Faerghus pero, hay lecciones que nunca se olvidan, Edelgard. —Sonrió, en un principio a medio labio y terminó por adornar su sonrisa con aquella curva en su totalidad. Asintió finalmente, de una manera lenta y creó una pequeña distancia al retroceder un paso hacia atrás.— Podría intentarlo si la futura Emperatriz de Adestria no se encuentra tan solicitada. —Se limitó a sonreír y cruzó los brazos por un momento mientras que se sumía en una pequeña reflexión.— Más que proteger lo que nos hace mejores, he llegado a pensar que la profesora trata de ayudarnos a descubrir por nosotros mismos todo ello...

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— Tan solo creo que he dicho la verdad, nada más allá de eso. Lamento si sonó muy atrevido o... —Cortó sus palabras, de una forma tan abrupta y vergonzosa que terminó por silenciarse al presionar los labios con fuerza.
Sus ojos siguieron atentos los movimientos que la futura Emperatriz realizó, hasta que se vio en la necesidad de cerrar los ojos para evitar la molestia de sus propias hebras en los ojos y apartó la mirada. En un acto reflejo nada más mientras que la escuchaba hablar, sin embargo, para cuando regresó la mirada ante ella, encontró una vez más su mano extendida hacia el frente. Por unos instantes dudó sobre su acción siguiente, tomó aire y lo liberó en un silencioso suspiro. Su diestra se acomodó con cautela para envolver suavemente la palma de la mano ajena entre sus dedos, dándose soporte. Inclinó el cuerpo un poco hacia el frente, levantó la mano ajena un poco más y dejó que sus labios rozaran la tela del guante blanco que envolvía su piel. Con la misma...
Sus ojos siguieron atentos los movimientos que la futura Emperatriz realizó, hasta que se vio en la necesidad de cerrar los ojos para evitar la molestia de sus propias hebras en los ojos y apartó la mirada. En un acto reflejo nada más mientras que la escuchaba hablar, sin embargo, para cuando regresó la mirada ante ella, encontró una vez más su mano extendida hacia el frente. Por unos instantes dudó sobre su acción siguiente, tomó aire y lo liberó en un silencioso suspiro. Su diestra se acomodó con cautela para envolver suavemente la palma de la mano ajena entre sus dedos, dándose soporte. Inclinó el cuerpo un poco hacia el frente, levantó la mano ajena un poco más y dejó que sus labios rozaran la tela del guante blanco que envolvía su piel. Con la misma...

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Estaba en ese punto donde no comprendía si la mirada tan inquisitiva de Edelgard se debía a algún error que estaba cometiendo en el ritmo que seguía, los movimientos elegidos para la pieza o haberse tomado el atrevimiento de hacerla girar sin consultarselo con la debida suavidad de la guianza en la pieza. Incluso llegó a pensar, que esa mirada buscaba analizar la veracidad de sus palabras o quizás, encontrar el punto débil para quebrarlas como acostumbraba suceder en esos momentos que sus puntos terminaban por discernir. Como en su infancia, en sus diversas clases o las ocasiones que debían encontrarse en alguna batalla como parte de un entrenamiento u obligación.
— ¿Extraño? —Inquirió con evidente curiosidad que disfrazó un poco con el fruncir de su ceño. Utilizaba esa expresión en la que siempre analizaba cuál podía ser la mejor estrategia a tomar para una batalla o incluso, algo tan simple como cumplir las actividades que la profesora designaba.
— ¿Extraño? —Inquirió con evidente curiosidad que disfrazó un poco con el fruncir de su ceño. Utilizaba esa expresión en la que siempre analizaba cuál podía ser la mejor estrategia a tomar para una batalla o incluso, algo tan simple como cumplir las actividades que la profesora designaba.
EdelgardVonHresvelg · 22-25, F
—Eres un hombre fuerte, sin duda podrías aplastar el cráneo de cualquiera de tus enemigos, pero pienso que la fuerza y el poder no son ni por asomo tu mejor virtud. Y también me alegra que la maestra esté a nuestro lado, protegiendo todo lo que nos hace mejores.— Pocas veces la Princesa tenía aquéllos gestos, le dedicó una sonrisa sincera. Extendió la mano hacia él, continuando con el protocolo de la pieza, el debería besarla en gesto de agradecimiento. —Ni un solo error en tu danza, Dimitri. ¿Bailarás conmigo en la fiesta?
EdelgardVonHresvelg · 22-25, F
Quizás ella era centrada y pragmática, pero indudablemente, el corazón de Dimitri era capaz de albergar emociones mucho más puras. Era encantador escucharle hablar con esa seguridad en sus convicciones e ideales. Era como sentir el sol cálido el recordar que algo similar sucedía hace muchos años, cuando eran niños, en sus quejas acerca de la danza, en los reproches acerca de lo mandona que era como maestra, en sus juegos y risas infantiles.
Cuando él le dedicó aquélla reverencia, ella hizo lo mismo. —Disculpa si te he parecido grosera al mirarte así, es solo que... Es extraño escucharte hablar de ese modo. Pero no en un mal sentido.— Se acercó y alzó su mano derecha hacia su frente, apartando el flequillo rubio tal y como lo hacía cuando era una pequeña y le reclamaba por llevarlo demasiado largo.
Cuando él le dedicó aquélla reverencia, ella hizo lo mismo. —Disculpa si te he parecido grosera al mirarte así, es solo que... Es extraño escucharte hablar de ese modo. Pero no en un mal sentido.— Se acercó y alzó su mano derecha hacia su frente, apartando el flequillo rubio tal y como lo hacía cuando era una pequeña y le reclamaba por llevarlo demasiado largo.
EdelgardVonHresvelg · 22-25, F
Le sorprendió notar que Dimitri hablaba con una gran sabiduría. La mirada amatista de la Emperatriz no escatimó en mostrarse sorprendida ante las palabras del príncipe, y lo observó con curiosidad mientras terminaban la pieza, se negó a apartar su mirada de la de él incluso cuando le obligó a dar una vuelta final, y buscó sus ojos en el proceso.
Pocas veces había tenido la oportunidad de hablar con él a solas desde que habían llegado al Monasterio, siempre ambos cumpliendo con deberes y preocupaciones propios de quienes llevan el duro peso del futuro sobre sus hombros, lograba identificarse con él hasta cierto punto. No había sido complicado resaltar que ambos se sentían un tanto incómodos, pero ávidos de expresar en voz alta lo que albergaban sus corazones...
Pocas veces había tenido la oportunidad de hablar con él a solas desde que habían llegado al Monasterio, siempre ambos cumpliendo con deberes y preocupaciones propios de quienes llevan el duro peso del futuro sobre sus hombros, lograba identificarse con él hasta cierto punto. No había sido complicado resaltar que ambos se sentían un tanto incómodos, pero ávidos de expresar en voz alta lo que albergaban sus corazones...

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La percepción que tanto las Águilas Negras como la profesora tienen de ti. —Sonrió e incluso asintió a sus propias palabras para hacerlas no solamente serias sino que también animadas. Más allá de aparentar un discurso ensayado, quería que sonase tan sincero como había sido, desde lo profundo de su ser.— Esa es la perspectiva que en realidad necesitas, Edel.

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— No debes disculparte por externar tus sentimientos de forma sincera, Edelgard. —Negó con calma, soltó un pequeño suspiro y, para finalizar su danza, le ayudó aunque casi obligó, a dar una vuelta. Terminó entonces por colocar sus manos sobre los brazos de la princesa, con un cuidado tembloroso que solo se detuvo cuando se sintió seguro de no ser tan tosco con ella.— Aunque suene extraño, comprendo perfectamente lo que estás pasando. Y es que la profesora solamente nos ve como lo que somos: Sus estudiantes, personas con sentimientos, dudas y temores que requieren alguien como ella para una mejor conexión. Ah, ahora soy yo quién debe disculparse. —Agregó, apartó sus manos rápidamente de ella, retrocedió un paso hacia atrás y realizó una reverencia al final para agradecer la pieza.— Tal vez me he tomado atrevimientos y libertades que no debí. Edelgard... Estoy seguro que lo sabes, eres especial, no por tu emblema o por tu título; espero que algún día puedas ver

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Entonces, de nuevo, su atención hacia ella mientras que dirigía sus ojos celestes en búsqueda de los amatista. Allí, mostró una expresión de curiosidad que terminó por transformarse en esa vergüenza infantil que le acaloró las mejillas y le hizo reír de forma tenue.
— Quizá se debe a que la profesora sabe cómo dirigirse a nosotros sin importar nuestros títulos o los emblemas que portamos. Para ella, todos somos iguales. —Murmuró mientras que hacía los movimientos aún más lentos al solo volver a desplazarse de derecha a izquierda en un pequeño vaivén, uno que casi indicaba la conclusión de la pieza musical para darle paso a una nueva, quizá. Cerró sus ojos, mientras que la sonrisa permanecía en sus labios luchando por morir, entre la risa nerviosa que quería soltar y la compostura que deseaba mantener delante de ella como Príncipe heredero directo al trono de Faerghus, mas le fue imposible.
— Quizá se debe a que la profesora sabe cómo dirigirse a nosotros sin importar nuestros títulos o los emblemas que portamos. Para ella, todos somos iguales. —Murmuró mientras que hacía los movimientos aún más lentos al solo volver a desplazarse de derecha a izquierda en un pequeño vaivén, uno que casi indicaba la conclusión de la pieza musical para darle paso a una nueva, quizá. Cerró sus ojos, mientras que la sonrisa permanecía en sus labios luchando por morir, entre la risa nerviosa que quería soltar y la compostura que deseaba mantener delante de ella como Príncipe heredero directo al trono de Faerghus, mas le fue imposible.
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