Qué ganas tenía de hundirle el rostro en aquella parrilla caliente, pero sólo se mantuvo con una expresión aburrida con su mejilla nuevamente descansando sobre su antebrazo mientras lo miraba a punto de llevarse el panqué a la boca, aunque por alguna razón se detuvo y el silencio reinó durante pocos segundos. Esa risa, ese comentario; sí, lo iba ahorcar cuando fuese posible.

Frunció ligeramente la nariz, limitándose a observarle con cierta indignación. No esperó realmente que se acercase a mostrarle un pedazo del panqué, que si no fuese tan orgullosa hubiese aceptado en ese mismo instante. Sin embargo, sólo chasqueó la boca y se reincorporó de su postura.
— No es necesario, no me gustan las sobras. — Añadió, pensando en qué otro animal podría formar ahí mismo, aunque no era muy buena haciendo figuras o cocinando del todo.
— Supongo que podría hacer el que sea, excepto un pato.