— Ni se le ocurra, eso sólo lo terminaría por dejar con una o dos flechas enterradas en la espalda. — Alzó los hombros sin borrar el gesto burlón de su rostro, de repente se sentía de buen humor. — A todo esto, creo que no se presentó apropiadamente conmigo y... Yo tampoco con usted.
— Ya veo. — Negó con la cabeza al reír ahora entre dientes cruzando los brazos ante las palabras del misterioso hombre que había parado a aconsejarla. Parecía agradable, y por ello intentaría no ser tan grosera con él.
— De acuerdo, suena justo. Aunque no creo que sea algo fácil, por más fastidioso que para mí sea avergonzarme.
—No. no, no para nada, no me atrevería a intentar hacerla sonrojar, puede que me tome como un enemigo que busca su sonrojo. Yo solo estaba opinando al respecto.— Llevaría su mano izquierda a la nuca propia cerrando los ojos mientras que daba una risa un tanto nerviosa.
—Pero, si lo consigo, será algo que nunca olvidaré.
Mientras prestaba atención sus hombros bajaban con disimulo, como un infante al que se le dejaba aprender algo nuevo en el día. Su ceja se arqueó cuando se remarcó lo natural que era y además su ''belleza''. — Trataré de recordar eso con frecuencia, créame. — Observó sus gestos detenidamente ladeando el rostro con una sonrisa ahora burlona decorándole los labios. — Espero ese guiño no sea como una especie de prueba.
—Todo momento es un gran momento para sonrojarse, significa que o hiciste algo embarazoso y lo reconoce tu cuerpo o que alguien te dio un cumplido el cual no pudiste soportarlo y muestras tus sentimientos. Del primero aprendes y del segundo admites. Por eso son lindos los sonrojos.— Colocó las manos en la cintura propia y se inclinó hacia delante, mientras que le guiña un ojo.
— Lo es, en el momento indicado. Cuando deseas que no sea así, el rostro simplemente te traiciona. — Sonrió a medias buscando frotarse a sí misma las mejillas sintiéndose un poco más calmada al tener con quien liberar su pequeña frustración.
