« Back to Album · Next »
Arrullada por la cálida brisa otoñal que componía su propia melodía al rascar la hierba seca con el acompañamiento de las rocas al pasearse entre caricias por cada una de sus amplias fisuras, yacía la guerrera de Trondelag contemplando el crepúsculo que abrazaba aquel pedazo de tierra en tan cálido atardecer. Sus manos sutilmente limpiaban del arco que no hace mucho había hecho uso al practicar por los bosques, pocos tenían el placer de confirmar como ella que la soledad y el silencio eran también amigos imprescindibles cuando de perseverancia, concentración y entenderse a sí mismo se trataba.
F
Add a comment...