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Un suspiro de alivio salió de entre su boca al ser libre de las ataduras. Masajeaba sus muñecas enrojecidas, ardían, pero ahora la sangre retomaba su circulación y con ello su piel recuperaba la coloración.

─ Gracias...

Las palabras de la desconocida parecían bastante agresivas, ¿tenía problemas con él? No, al parecer era una especie de desprecio ante los humanos. «No es mi culpa haber nacido humano, yo no tengo nada qué ver» pensaba para sí, pero no se atrevía a pronunciarlo, estaba en clara desventaja y ella le había liberado, no podía dejar que su lengua sacara a relucir lo desagradecido que podía sonar.

Obvio responder ante la acusación de ser un torpe de vista nublada. Estaba claro que ella no había estado en sus zapatos y si pasara, seguramente no estaría mirando a todos lados por el temor de ser un prisionero. Sin embargo, la siguiente pregunta llamó la atención del muchacho.

─ ¿Saber más?, ¿mi mundo? ─ guardó silencio y mientras la mujer se adentraba al bosque, él comenzó a seguir sus pasos.

«Ni siquiera yo conozco "mi mundo". No he hecho más que abandonar la aldea dónde nací y crecí y caer preso. Por supuesto que estoy interesado en conocer más»

[code]Aún tenía un zumbido en la cabeza, pero alcanzó a escuchar y ver como las criaturas alrededor obedecieron la orden de la mujer. Su mirada barrió por completo el terreno a su alcance y vio como se fueron en dirección al bosque.
Tras escuchar las palabras de la mujer, una pregunta vino a su mente.

«¿Cómo sabe que me arrojé del carruaje?, ¿será que me vio, nos seguían? Yo no recuerdo haber visto a nadie en la cercanía. Dice que no hay peligro, pero no me conviene ir tan confiado»

Se puso en pie con la ayuda de la mujer, pero le costó trabajo debido a que aún tenía maniatadas las muñecas.

─ ¿Podría ayudarme con esto?─ enseñó las ataduras.
No sabía qué más responder ante las preguntas de la mujer, claramente eran retóricas en su mayoría. Sin embargo, saltó en seguida la pregunta más común en estos casos.

─ Los seres que se han ido al bosque, ¿eran elfos? ─estaba atónito, nunca había visto elfos antes, pero logró visualizar que algunas de esas personas tenían orejas puntiagudas.[/code]

[code]«¿Qué es esto?, ¿estoy muerto? ¡No!, ¡espera!, ¡no vayan por allá!»

En la mente del joven transcurría una pesadilla, escenas oscuras con pequeños destellos de luz, mostraban una aldea en llamas y unas criaturas que arrasan con la población. El hombre permanecía varado mirando a todos lados con pánico, cuando de pronto, una sombra enorme salta frente a él...

El sonido del aguan moviéndose llega a sus oídos, y como una balsa se siente mover por el agua hasta que su espalda golpea contra algo duro.
Lentamente abre los ojos siendo deslumbrado por el brillo del sol, a lo que mueve la cara a un costado y en su semblante se dibuja una mueca de rechazo.

─ Me duele la espalda...─ dice entre sollozos.

Cuando por fin su vista se acostumbró a la luz, pudo dilucidar a una muchedumbre extraña. Inmediatamente su semblante cambió a miedo y se sentó para después retroceder unos cuantos centímetros y chocar con un ser desconocido para él. Pestañó en varias ocasiones intentando comprender la situación, solo comprendía que el peligro no había pasado aún.

─ E-Esperen, yo... no tengo nada de valor ─dijo entre tartamudeos.[/code]

[code]«Desde que salí de mi pequeño poblado, el noreste del reino de Kilamrad, las cosas han marchado bastante bien; no tengo problemas económicos, porque no tengo dinero, no tengo problemas con los bandidos porque soy un esclavo de ellos prácticamente. La vida no podría ser mejor»

El hombre iba maniatado de las manos, sobre un carruaje sin techado junto a otras personas vestidas con arapos. Podía observar en el rostro de las personas el sufrimiento y la resignación. Los humanos iban con él, 8 personas en total y un cadáver al fondo del vagón; el pobre no había aguantado la semana sin comer.

«No tengo idea de a dónde vamos, pero según dijo el que está a mi lado derecho, que estaremos cruzando por el reino de Trishkna, donde suelen comprar a un buen precio los elfos, sobre todo las mujeres. Aunque a decir verdad, creo que nunca he visto a un elfo. Se supone que vienen en el último carruaje. Posiblemente no nos permitan entrar a la ciudad... Tengo hambre»

Los carruajes de esclavos se detuvieron en las afueras de la enorme puerta que separaba el valle de la ciudad amurallada, mientras que solo el último carruaje se dirigía a la puerta de la ciudad. Los guardias en la puerta inspeccionaron el carruaje, cuando de sorpresa, una flecha atravesó el cráneo de uno de los guardias. De los arbustos atrás de los carros salieron otros bandidos, quienes arremetieron en contra de los contrabandistas que llevaban los cargamentos de esclavos con el afán de robarse la mercancía.

«¡Lo que me faltaba!»

Los bandidos sabían que debían ser rápidos o los guardias de la ciudad saldrían a por ellos. Por eso se apresuraron a masacrar a los conductores y tomar las riendas de los carros huyendo con el botín. El carro de los "elfos" se quedó en las puertas de la ciudad.
«De nuevo me he quedado sin conocer a los elfos...»

Los carruajes estaban yendo a su máxima velocidad por el camino libre del valle, sabían que tenían que apresurarse o la guardia de la ciudad los alcanzaría. El hombre tenía la tonta idea de lanzarse del carro con altas probabilidades de morir, pero era aún así la mejor opción. Tomó valor y se echó para atrás aprovechando que las ruedas cruzaron sobre una piedra que hizo saltar al carruaje. Dio un volantín en el aire, con pánico en su rostro y cayó de pie, pero la velocidad con la que iba le hizo revolcarse en el pedregoso camino. El carro que iba detrás del suyo cruzó a muy escasos centímetros de él, pero aparentemente no le importó al conductor el verlo volar hacia la libertad. Rodó bastantes metros en dirección a un pequeño estanque, donde quedó flotando de espaldas completamente noqueado.[/code]