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SW-User
—Aquel abrazo sostuvo su corazón rompiéndose, sintió un calor tan agradable que le fue inevitable no acariciar las manos finas que lo rodeaban.

Suspiró, a su merced, a penas lo soltó volteo y la abrazó para cubrirla con sus brazos, hundiendo por un momento, el rostro en su cuello, atreviéndose a dejar un pequeño beso dulce sobre su ropa.— Claro, me quedarrrre contigou... Solo quierrrro estar contigouu...

—Volvieron al interior de la casa y aunque torpe, se quitó la chaqueta para colocársela sobre los hombros, queriendo ser caballeroso con Diane, aunque se fue de lado y terminó golpeándose con la pared sin querer. Terminó riéndose, decidiendo sentarse y tomar el té.— Siéntate conmigou
DianeGallagher · 26-30, F
Espera, no te vayas así. ¡Ferdinand! —Alzó la voz como casi nunca solía hacer con él, pero no quería que se vaya así, no con esa sensación. Nuevamente corrió tras de él y para retenerlo terminó abrazándolo por la espalda, hundiendo la mejilla sobre la espalda del varón.—

No quiero que te vayas, quédate aquí esta noche, por favor. Es muy tarde y puede pasarte algo. —Apretó los labios pues su voz sonaba temblorosa debido a lo tímida que solía ser con esos temas. Si se iba a confesar lo haría en otro momento, en uno en el que Ferdinand pudiera recordar y estuviera con los cinco sentidos alerta.—

¿Por qué no pasas esta noche aquí? Prometo darte la respuesta mañana a lo que me dijiste, pero ahora debes dormir. —De a poco lo fue soltando hasta dejarlo libre, pues ahora dependía de él si se iba o se quedaba con ella.— Tengo un poco de frío, un abrazo sería buena opción.
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—Tragó saliva, otra vez el silencio... Aunque lo mirara así y sintiera sus tiernas caricias, ella no decía nada... ¿Estaba buscando la forma de rechazarlo sin herirlo? Posiblemente... En verdad había sido una idea estúpida tomar antes de confesarse, aunque en realidad estuvo mal confesarse.—

Lo lamento. —Fue lo último que dijo, la había despertado a mitad de la madrugada, la puso incómoda y ahora la arrastro al frío de la noche. Se permitió dejar un beso fraternal en su frente antes de sonreír y soltarla.

No podía manejar, era cierto, pero tampoco deseaba estar ahí más tiempo, sintiendo que el corazón agonizaba a cada latido. Solo caminó, se fue caminando, esperando que la gélida madrugada le bajara la borrachera.—
DianeGallagher · 26-30, F
—Otra vez aquellas palabras que volcaban su corazón tan fuerte que incomodidad era poco para describir la sensación que sentía. Sus ojos fijos en él luego de que la tomara del rostro, sentir sus frías manos sobre la piel no hacían más que estremecerla y que un profundo nerviosismo la invadiera. Incluso creyó que en cualquier momento sus piernas terminarían traicionándola y haciéndola caer al suelo.

Apoyó sus manos sobre las de él y le dejó pequeñas y dulces caricias, separando los labios con la intención de contestarle de igual forma pero por más que intentaba formular alguna palabra, le resultaba casi imposible, como si su voz terminara apagada, en verdad le gustaba pero no sabía si sus palabras eran resultado de una borrachera o en verdad las decía de corazón.—

Ferd, yo... Tú me... —¿Era correcto confesar en ese momento la atracción que sentía por él?—
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—Caminaba a tropezones, no podía ver bien el camino, pero estaba seguro de que si pasaba un segundo más con ella, no iba a soportar el dolor. Pero Diane tenía otros planes, estando así, perdido y ebrio, incluso débil, sentir su muñeca fue suficiente para detener la huida.

Se volvió hacia ella y la miró con tristeza profusa, suplicándole que lo dejara en paz y a la vez, que no se alejara de su lado, era una mezcla extraña entre querer soledad y no saber estar sin ella.—

Te amo... —Repitió otra vez, ahogado como todas sus palabras. Logró soltarse de ella, tomándole el rostro con ambas manos, su aliento se materializaba por el frío que hacía, pero aún así logró mantenerse firme, mirándola a los ojos y haciéndola mirarle.— Te amo.
DianeGallagher · 26-30, F
—Cuando se levantó de golpe dio un par de pasos hacia atrás al perder el equilibrio por lo cerca que estaban el uno del otro. Quería entender la situación pero estaba demasiado confundida, no entendía por qué le dijo eso en el estado en el que se encontraba. Una parte de ella quiso creer que se lo decía en verdad, pero estaba segura de que no era así, tal vez vio a su esposa en ella, después de todo hace poco le confesó que la seguía amando.

Cuando vio que se estaba retirando, instintivamente lo tomó de la muñeca y ejerció presión para atraerlo en su contra. No quería que se fuera así, en ese estado además de que sabía que estaba manejando.—

Ferd, espera. Quédate aquí conmigo, esta noche. Mañana hablaremos de esto cuando ya te sientas mejor, ahora necesito que te tomes el té que te hice y que te calmes. ¿Sí?
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—No fue para nada una buena señal que se quedara callada. De hecho, le entró pánico a tal grado que se puso frío y hasta el estado de ebriedad se le despejó porque ella no decía nada. Sus manos le temblaron y sus ojos no se apartaron de ella, buscando inútilmente una respuesta aprobatoria. Pero no llegó. Lo había rechazado.

¿Qué pensaba? ¿Que iba a lanzarse sobre él gritando que sentía lo mismo? Era estúpido, ella era muy joven, construyendo su exitoso camino profesional... Él era un hombre maduro, sin mucho futuro que vendía ovnis de juguete... Claro, cómo no lo notó, Había confundido su amabilidad o lástima por él, con un cariño como el suyo. A final de cuentas, nunca le dio una señal clara de quererlo más allá de su "amistad".—

No fue buena idea. —Sentenció poniéndose de pie bruscamente, caminando a tropezones hacia la salida.— Olvida lo que dije yo... Solo estoy ebrio. Lamento haberte molestado. —La cabeza le daba vueltas y estaba seguro que no era por el alcohol. A penas y p
DianeGallagher · 26-30, F
—Hasta las orejas de Diane se encontraban sonrojadas, sintiendo un incesante palpitar en su rostro producto de toda la sangre acumulada en el mismo por la cercanía del rostro sobre su pecho, cuyo corazón no dejaba de latir con tanta rapidez que llegaba a molestarla. Incluso su respiración se sentía incómoda.

Olor a perfume de hombre y a licor, una mezcla tan extraña pero a la vez parecía no disgustarle, después de todo emanaba de él, del hombre que la tenía confundida y con la cabeza hecha un lío. Decidió disfrutarlo un poco más, disfrutar esa cercanía que podía tener con él a pesar de las extrañas circunstancias.

Al escuchar sus palabras un silencio absoluto y hasta incómodo inundó la cocina, apenas se escuchaba el tictac del reloj. ¿Escuchó bien? Tal vez, pero sabía que no era a ella a quién le decía "Te amo". La estaba confundiendo con su ex esposa.—

Ferd, creo que deberías dormir. ¿Quieres recostarte en mi cama un rato? Puedes pasar la noche en mi casa.
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—Respiraba profundo, llenándose la nariz del aroma azucarado de Diane, comer tantos dulces parecía que la había transformado en una, tenía un aroma como a vainilla, como a dulce de leche, en ese justo momento no sabía bien, estaba ya más borracho que consciente, pero al menos aún no estaba tan perdido.

Hundió el rostro en su pecho, solo un poco más, porque le gustaba el sonido que hacía su corazón, uno muy similar al de él, desbocado y demasiado acelerado, quería imaginar solo por un momento, que se debía a que ella sentía lo mismo que él.. Y hablando de ello, era el momento para decirlo, no las condiciones, pero sí era ahora o nunca.

La soltó suavemente, pero sus manos de inmediato buscaron las de ella, las besó con adoración antes de alzar el rostro y mirarla como un idiota, con esa sonrisa floja y los ojos irritados.— Te amo... —Murmuró con voz ahogada, usando los pulgares para acariciarle los nudillos.—
DianeGallagher · 26-30, F
No digas tonterías Ferd, mejor tómate el té para que calientes el cuerpo. —Mencionó con total relajo hasta que sintió el contacto de su mano con la de él, sorprendiéndose por aquel repentino abrazo.

No entendía por qué estaban tan cerca el uno del otro, podría sentir perfectamente el olor del perfume masculino con esa mezcla de cerveza, arrugando un poco la nariz. Su corazón latía tan rápido por esa extraña situación que concluyó sería a causa por el estado en el que él se encontraba, sino no encontraría explicación.—

No, Ferdinand. No sé qué quieres decirme. ¿Me puedes contar, por favor? —Preguntó de forma directa, quería entender lo que ocurría y no ser un "juego" como le catalogaban en la comisaría algunas personas.—

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