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31-35, M
Caballero Dorado, guardián del 11vo Templo del Santuario. Físico Astrónomo Cosmólogo
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ScorpioKardia · 26-30, M
Después de que cesara el rugir de la piedra cubriendo su ataúd, hasta caer al costado derecho, sintió el calor envolver de nueva cuenta todo su cuerpo mientras éste regeneraba cualquier padecimiento post-mortem que hubiese admitido todo su organismo al exhalar su último suspiro tras un determinante paro cardiaco. El perfecto estado de conservación se debió gracias a la influencia del eterno frío de Dégel, mismo que después de colaborar, finalmente se desvaneció en vapor en todo su contorno hasta adherirse a los muros oscuros del mausoleo – Mnh… - el primer aliento después de haber sido reanimado, fue dedicado a un quejido como si el dolor de cabeza resultase el mayor de sus problemas. El revivido, se reincorporó paulatinamente hasta quedar sentado dentro de su cofre, percibiendo dos pequeños golpes instantáneos y fugaces caer sobre su regazo; las monedas de oro sobre sus ojos cedieron a la gravedad de forma inmediata; bueno fue para no tener un estorbo visual cuando sus párpados se abrieron, tardando demasiado en encontrarle un sentido a la penumbra a su alrededor, dicho esfuerzo, generó una segunda sensación de latido en su cabeza obligando al griego antes inerte a recordar su movilidad para llevarse la mano al costado de su cráneo y sobar tras sisear tan lánguido como confundido - ¿Qué sucedió?... ¿Y esta ropa? – cuestionó cuando notó la blanca tela percudida presumiendo sus mangas extremadamente largas hasta conectar con sus muñecas protegidas por brazaletes de las que pende aquella extensión, ricos en metales y joyas preciosas. Parecía un ropaje velatorio, aunque eso él, lo relacionó con otro asunto mucho menos serio... – Tsk... No lo vuelvo a hacer… - con esas palabras, apoyó ambas manos sobre el borde del ataúd y se dispuso a salir de ahí, teniendo cuidado de sus primeros movimientos torpes.

Para él, su nuevo despertar, aun con todas las lápidas y su extracción de la bóveda donde fue resguardado para no darle sepultura, fue solo una mala broma que tal vez Manigoldo supo montarle con ayuda de Regulus y las malas manías religiosas de Asmita, un hombre que de recto, tenía lo mismo que de macabro, según Kardia podía percibirlo. Tanto despiste, que ni siquiera pudo reaccionar al lugar del que acababa de escapar, sólo podía ser producto de un impoluto idiota con prioridades extrañas.

Y una de esas prioridades fue volver a su templo para quitarse toda la tierra y esos andrajos, así pues, cegado por la sed, el hambre y el fastidio de su mal humor, además del sol que se le antojó jodido en esos momentos, arrastró los pies hasta que éstos se decidieron por dar pasos dignos de llamarse como tal.

Encontró Aries vacío, tal como Tauro y Cáncer, eliminando Géminis de la lista de rarezas por ser un templo abandonado desde que tiene memoria. Cuando pisó Leo, las campanas del pueblo de Rodorio saciaron su extrañeza al justificar la ausencia de todos los caballeros en el Santuario. ¿Qué fecha era? ¿Ni siquiera eso podía recordar de la fiesta “de anoche”? – Seguramente esos imbéciles le pusieron otra cosa al vino… - aseveró, desviándose de su camino en Leo para vengarse de cualquier manera, empezando por asaltar su nevera hasta abrir las llaves de agua para inundar el templo completo. Un niño como Regulus no sabría qué hacer en esas situaciones tan cotidianas.

Ascendió todavía más, se paró en Escorpio para cambiarse de ropa como tanto había querido, levantó el brazo para olerse y al no encontrar, según él, peste importante, sólo se limpió con una toalla húmeda y se puso un peplo mucho más cómodo. No es que hubiese olvidado sus prioridades del inicio, es que en medio del camino, le surgió otra más importante mientras recorría el Santuario con jaqueca y frío pese el calor: ¿Por qué demonios Dégel no lo protegió?

Quería enfocar su molestia en el único culpable de todo, así que una vez se manoseó el cabello para semi-acomodarlo, se apresuró a subir por el resto de templos. Cuando El Cid faltó en su recibimiento, sintió miedo por el hecho de que quizá Dégel también había bajado a la fiesta del pueblo. Lo puso nervioso pensar que había subido en vano tantas escaleras tediosas y aburridas, así que apresuró el paso para no demorar más en descubrir cualquiera de sus sospechas.

Se adentró en Acuario, mas no se presentó con su energía cósmica sino con un violento grito - ¡¡DÉGEL!! … - no encontró respuesta, pero si el relajante bálsamo que es el levantar la voz, así que se dispuso a soltar su reclamo al aire, aun si el mencionado y buscado no podía responderle por estar ausente - ¡¿QUÉ CARAJO CREES QUE ESTABAS HACIENDO AYER?! ¡¡DESPERTÉ EN UN… YO CREO QUE ERA UNA TUMBA, DÉGEL, ESTÁN BIEN "PINCHES LOCOS"!! ¡¡SI PESCO UN RESFRIADO VAS A SER MI MALDITA ENFERMERA!!

Avanzó más, dispuesto a invadir los aposentos privados y el estudio-biblioteca que posee el intelectual en su tholos - ¡¡¡DÉGEEEEEL!!!-