31-35, M
Caballero Dorado, guardián del 11vo Templo del Santuario. Físico Astrónomo Cosmólogo
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ScorpioKardia · 26-30, M
[code]**Se perseguían como fantasmas en dimensiones completamente diferentes, uno detrás del otro, en el mismo lugar, sin mirarse. Sin percibirse. Pero viéndose. Kardia casi parecía una alma en pena al seguir atravesando las callejuelas curvas de la Onceava Casa, con un grito en eco que helaba sus poros pero sin ubicación. “Raro”, pensó, creyendo que sería el efecto del frío presente en el lugar más el efecto de la droga puesta por Regulus en su bebida. Su propia decadencia. Pero al mismo tiempo, su intuición algo resentía; creía haber entrado en una casa abandonada, no por el extraño desorden de algunas partes, sino también por ese deje melancólico capaz de fastidiarlo. La novedad de ese ambiente lo dejó más intrigado que la razón de haber despertado en un mausoleo.
Tras un par de gritos más, concluyó con hastío que Dégel debía estar en alguna misión o demasiado urgente o estúpidamente irrelevante como para mencionársela, solía suceder, eran hombres y aparte le debían su vida entera a una misión en común, comprendían eso. No había por qué molestarse por las ausencias de uno o el otro, ni mucho menos pedirse permiso; no tenían esa clase de relación. Torció la boca, pero se decidió por encaminarse en la búsqueda del último lugar en el que buscaría que, de hecho, debía ser el primero: La biblioteca del templo, un tipo de Santuario incrustado a la fuerza en otro, a contentillo del francés o siberiano -Kardia todavía no lo tenía del todo claro- para su monótona recreación, vista en los aires gallardos del peliverde como un acto digno de la realeza.
Empujó la puerta al mismo tiempo que escuchó la caída de un metal en contra del mármol, alertando sus sentidos que captaron los dos estímulos al mismo tiempo: De reojo, las botellas de vino regadas por toda la habitación y, cuando giró, el cuerpo desplomado de su mejor amigo y pareja - ¡¿Dégel!? – apresuró sus pasos en dirección del despojo aferrado a las columnas del tholos, sin importarle que la puerta azotara por ese mecanismo que el menor había instalado por la manía de Kardia a dejar el aire entrar indiscriminadamente. Ahora daba igual. Las fachas en su cuerpo levantaron cierto aroma a sepultura y frío, pasado por alto a las fosas nasales del griego por la costumbre, pese reconocer cierto aroma gracioso en movimientos bruscos como los que tuvo al momento de derraparse para quedar a la misma altura del onceavo… ¿Arconte? No, las pintas leprosas de su camarada rompieron un esquema impecable. De lord, Dégel había pasado en una sola noche –según su percepción, en un leproso de ojos rojizos, labios resecos por el alcohol y un baño forzado que no despedía el típico aroma a gardenias de su cabello. Sostenía entre sus brazos algo parecido al cadáver del hombre más hermoso que había conocido hasta el momento - ¡Maldición, Dégel! ¡¿Qué te pasó?! ¿¡Qué tienes!? – sus palabras emergieron con el mismo ritmo agitado de su corazón, tal cual un galope desesperado. Atropellado. - ¡Mírame! ¡REACCIONA! – sin cuidado, pero tampoco odio o molestia, sino auténtica preocupación, le tomó el rostro con ambas manos, presionando unas demacradas mejillas recordadas como sonrojados bultos rechonchos hace veinticuatro horas, igual de curiosas que su sana delgadez, ahora hueca como un palo sin vida. Enfermedad. ¿Podría ser? Su condición cardiaca le hacía perder esa cantidad de peso, pero en una semana o dos; ¿Leucemia? Escaneó con los ojos una y otra vez todo el rostro del hombre entre sus brazos, como si quisiera encontrar un letrero para leer la razón. Y quizá no encontró precisamente letras marcadas en su cara, sin embargo, lo que halló fue mucho más desalentador: Las marcas secas de un caudal salado, cayendo desde sus lagrimales hasta difuminarse, el brillo húmedo delató el reciente derroche de sus sentimientos acuosos - ¿Por… ¿Estuviste llorando?... ¿Quién te hizo esto? ¡¿QUIÉN!? – sus cejas se enarcaron cuando el nerviosismo afloró a sus facciones, mirándolo con urgencia, quería escucharlo hablar. Lo necesitaba.**
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Tras un par de gritos más, concluyó con hastío que Dégel debía estar en alguna misión o demasiado urgente o estúpidamente irrelevante como para mencionársela, solía suceder, eran hombres y aparte le debían su vida entera a una misión en común, comprendían eso. No había por qué molestarse por las ausencias de uno o el otro, ni mucho menos pedirse permiso; no tenían esa clase de relación. Torció la boca, pero se decidió por encaminarse en la búsqueda del último lugar en el que buscaría que, de hecho, debía ser el primero: La biblioteca del templo, un tipo de Santuario incrustado a la fuerza en otro, a contentillo del francés o siberiano -Kardia todavía no lo tenía del todo claro- para su monótona recreación, vista en los aires gallardos del peliverde como un acto digno de la realeza.
Empujó la puerta al mismo tiempo que escuchó la caída de un metal en contra del mármol, alertando sus sentidos que captaron los dos estímulos al mismo tiempo: De reojo, las botellas de vino regadas por toda la habitación y, cuando giró, el cuerpo desplomado de su mejor amigo y pareja - ¡¿Dégel!? – apresuró sus pasos en dirección del despojo aferrado a las columnas del tholos, sin importarle que la puerta azotara por ese mecanismo que el menor había instalado por la manía de Kardia a dejar el aire entrar indiscriminadamente. Ahora daba igual. Las fachas en su cuerpo levantaron cierto aroma a sepultura y frío, pasado por alto a las fosas nasales del griego por la costumbre, pese reconocer cierto aroma gracioso en movimientos bruscos como los que tuvo al momento de derraparse para quedar a la misma altura del onceavo… ¿Arconte? No, las pintas leprosas de su camarada rompieron un esquema impecable. De lord, Dégel había pasado en una sola noche –según su percepción, en un leproso de ojos rojizos, labios resecos por el alcohol y un baño forzado que no despedía el típico aroma a gardenias de su cabello. Sostenía entre sus brazos algo parecido al cadáver del hombre más hermoso que había conocido hasta el momento - ¡Maldición, Dégel! ¡¿Qué te pasó?! ¿¡Qué tienes!? – sus palabras emergieron con el mismo ritmo agitado de su corazón, tal cual un galope desesperado. Atropellado. - ¡Mírame! ¡REACCIONA! – sin cuidado, pero tampoco odio o molestia, sino auténtica preocupación, le tomó el rostro con ambas manos, presionando unas demacradas mejillas recordadas como sonrojados bultos rechonchos hace veinticuatro horas, igual de curiosas que su sana delgadez, ahora hueca como un palo sin vida. Enfermedad. ¿Podría ser? Su condición cardiaca le hacía perder esa cantidad de peso, pero en una semana o dos; ¿Leucemia? Escaneó con los ojos una y otra vez todo el rostro del hombre entre sus brazos, como si quisiera encontrar un letrero para leer la razón. Y quizá no encontró precisamente letras marcadas en su cara, sin embargo, lo que halló fue mucho más desalentador: Las marcas secas de un caudal salado, cayendo desde sus lagrimales hasta difuminarse, el brillo húmedo delató el reciente derroche de sus sentimientos acuosos - ¿Por… ¿Estuviste llorando?... ¿Quién te hizo esto? ¡¿QUIÉN!? – sus cejas se enarcaron cuando el nerviosismo afloró a sus facciones, mirándolo con urgencia, quería escucharlo hablar. Lo necesitaba.**
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LisaGremory · F
Hola! Un gusto conocerte
+sonrió alegre+
+sonrió alegre+
vampireultimate · M
† Agradezco me aceptara entre sus contactos. Espero ambos personajes logren una amistad y cuando desee podremos llevar una agradable historia. †
ScorpioKardia · 26-30, M
Después de que cesara el rugir de la piedra cubriendo su ataúd, hasta caer al costado derecho, sintió el calor envolver de nueva cuenta todo su cuerpo mientras éste regeneraba cualquier padecimiento post-mortem que hubiese admitido todo su organismo al exhalar su último suspiro tras un determinante paro cardiaco. El perfecto estado de conservación se debió gracias a la influencia del eterno frío de Dégel, mismo que después de colaborar, finalmente se desvaneció en vapor en todo su contorno hasta adherirse a los muros oscuros del mausoleo – Mnh… - el primer aliento después de haber sido reanimado, fue dedicado a un quejido como si el dolor de cabeza resultase el mayor de sus problemas. El revivido, se reincorporó paulatinamente hasta quedar sentado dentro de su cofre, percibiendo dos pequeños golpes instantáneos y fugaces caer sobre su regazo; las monedas de oro sobre sus ojos cedieron a la gravedad de forma inmediata; bueno fue para no tener un estorbo visual cuando sus párpados se abrieron, tardando demasiado en encontrarle un sentido a la penumbra a su alrededor, dicho esfuerzo, generó una segunda sensación de latido en su cabeza obligando al griego antes inerte a recordar su movilidad para llevarse la mano al costado de su cráneo y sobar tras sisear tan lánguido como confundido - ¿Qué sucedió?... ¿Y esta ropa? – cuestionó cuando notó la blanca tela percudida presumiendo sus mangas extremadamente largas hasta conectar con sus muñecas protegidas por brazaletes de las que pende aquella extensión, ricos en metales y joyas preciosas. Parecía un ropaje velatorio, aunque eso él, lo relacionó con otro asunto mucho menos serio... – Tsk... No lo vuelvo a hacer… - con esas palabras, apoyó ambas manos sobre el borde del ataúd y se dispuso a salir de ahí, teniendo cuidado de sus primeros movimientos torpes.
Para él, su nuevo despertar, aun con todas las lápidas y su extracción de la bóveda donde fue resguardado para no darle sepultura, fue solo una mala broma que tal vez Manigoldo supo montarle con ayuda de Regulus y las malas manías religiosas de Asmita, un hombre que de recto, tenía lo mismo que de macabro, según Kardia podía percibirlo. Tanto despiste, que ni siquiera pudo reaccionar al lugar del que acababa de escapar, sólo podía ser producto de un impoluto idiota con prioridades extrañas.
Y una de esas prioridades fue volver a su templo para quitarse toda la tierra y esos andrajos, así pues, cegado por la sed, el hambre y el fastidio de su mal humor, además del sol que se le antojó jodido en esos momentos, arrastró los pies hasta que éstos se decidieron por dar pasos dignos de llamarse como tal.
Encontró Aries vacío, tal como Tauro y Cáncer, eliminando Géminis de la lista de rarezas por ser un templo abandonado desde que tiene memoria. Cuando pisó Leo, las campanas del pueblo de Rodorio saciaron su extrañeza al justificar la ausencia de todos los caballeros en el Santuario. ¿Qué fecha era? ¿Ni siquiera eso podía recordar de la fiesta “de anoche”? – Seguramente esos imbéciles le pusieron otra cosa al vino… - aseveró, desviándose de su camino en Leo para vengarse de cualquier manera, empezando por asaltar su nevera hasta abrir las llaves de agua para inundar el templo completo. Un niño como Regulus no sabría qué hacer en esas situaciones tan cotidianas.
Ascendió todavía más, se paró en Escorpio para cambiarse de ropa como tanto había querido, levantó el brazo para olerse y al no encontrar, según él, peste importante, sólo se limpió con una toalla húmeda y se puso un peplo mucho más cómodo. No es que hubiese olvidado sus prioridades del inicio, es que en medio del camino, le surgió otra más importante mientras recorría el Santuario con jaqueca y frío pese el calor: ¿Por qué demonios Dégel no lo protegió?
Quería enfocar su molestia en el único culpable de todo, así que una vez se manoseó el cabello para semi-acomodarlo, se apresuró a subir por el resto de templos. Cuando El Cid faltó en su recibimiento, sintió miedo por el hecho de que quizá Dégel también había bajado a la fiesta del pueblo. Lo puso nervioso pensar que había subido en vano tantas escaleras tediosas y aburridas, así que apresuró el paso para no demorar más en descubrir cualquiera de sus sospechas.
Se adentró en Acuario, mas no se presentó con su energía cósmica sino con un violento grito - ¡¡DÉGEL!! … - no encontró respuesta, pero si el relajante bálsamo que es el levantar la voz, así que se dispuso a soltar su reclamo al aire, aun si el mencionado y buscado no podía responderle por estar ausente - ¡¿QUÉ CARAJO CREES QUE ESTABAS HACIENDO AYER?! ¡¡DESPERTÉ EN UN… YO CREO QUE ERA UNA TUMBA, DÉGEL, ESTÁN BIEN "PINCHES LOCOS"!! ¡¡SI PESCO UN RESFRIADO VAS A SER MI MALDITA ENFERMERA!! –
Avanzó más, dispuesto a invadir los aposentos privados y el estudio-biblioteca que posee el intelectual en su tholos - ¡¡¡DÉGEEEEEL!!!-
Para él, su nuevo despertar, aun con todas las lápidas y su extracción de la bóveda donde fue resguardado para no darle sepultura, fue solo una mala broma que tal vez Manigoldo supo montarle con ayuda de Regulus y las malas manías religiosas de Asmita, un hombre que de recto, tenía lo mismo que de macabro, según Kardia podía percibirlo. Tanto despiste, que ni siquiera pudo reaccionar al lugar del que acababa de escapar, sólo podía ser producto de un impoluto idiota con prioridades extrañas.
Y una de esas prioridades fue volver a su templo para quitarse toda la tierra y esos andrajos, así pues, cegado por la sed, el hambre y el fastidio de su mal humor, además del sol que se le antojó jodido en esos momentos, arrastró los pies hasta que éstos se decidieron por dar pasos dignos de llamarse como tal.
Encontró Aries vacío, tal como Tauro y Cáncer, eliminando Géminis de la lista de rarezas por ser un templo abandonado desde que tiene memoria. Cuando pisó Leo, las campanas del pueblo de Rodorio saciaron su extrañeza al justificar la ausencia de todos los caballeros en el Santuario. ¿Qué fecha era? ¿Ni siquiera eso podía recordar de la fiesta “de anoche”? – Seguramente esos imbéciles le pusieron otra cosa al vino… - aseveró, desviándose de su camino en Leo para vengarse de cualquier manera, empezando por asaltar su nevera hasta abrir las llaves de agua para inundar el templo completo. Un niño como Regulus no sabría qué hacer en esas situaciones tan cotidianas.
Ascendió todavía más, se paró en Escorpio para cambiarse de ropa como tanto había querido, levantó el brazo para olerse y al no encontrar, según él, peste importante, sólo se limpió con una toalla húmeda y se puso un peplo mucho más cómodo. No es que hubiese olvidado sus prioridades del inicio, es que en medio del camino, le surgió otra más importante mientras recorría el Santuario con jaqueca y frío pese el calor: ¿Por qué demonios Dégel no lo protegió?
Quería enfocar su molestia en el único culpable de todo, así que una vez se manoseó el cabello para semi-acomodarlo, se apresuró a subir por el resto de templos. Cuando El Cid faltó en su recibimiento, sintió miedo por el hecho de que quizá Dégel también había bajado a la fiesta del pueblo. Lo puso nervioso pensar que había subido en vano tantas escaleras tediosas y aburridas, así que apresuró el paso para no demorar más en descubrir cualquiera de sus sospechas.
Se adentró en Acuario, mas no se presentó con su energía cósmica sino con un violento grito - ¡¡DÉGEL!! … - no encontró respuesta, pero si el relajante bálsamo que es el levantar la voz, así que se dispuso a soltar su reclamo al aire, aun si el mencionado y buscado no podía responderle por estar ausente - ¡¿QUÉ CARAJO CREES QUE ESTABAS HACIENDO AYER?! ¡¡DESPERTÉ EN UN… YO CREO QUE ERA UNA TUMBA, DÉGEL, ESTÁN BIEN "PINCHES LOCOS"!! ¡¡SI PESCO UN RESFRIADO VAS A SER MI MALDITA ENFERMERA!! –
Avanzó más, dispuesto a invadir los aposentos privados y el estudio-biblioteca que posee el intelectual en su tholos - ¡¡¡DÉGEEEEEL!!!-
MistyLagartoFanartSeintoNoPlat · 31-35, M
[med]RoL oFf:[/med]Gracias por su aprobacion,deseo podamos llevar una buena impatia,sea
buena o mala directamente al rol
buena o mala directamente al rol
ailee · F
. . . [♆] Θғғ Ꭱᴏʟ: [code]Gracias por recibirme en tu perfil. [/code]
AphroditeDePiscis · 31-35, M
¡Maestro Degel, ese retrato mío es hermoso! ¿Dónde lo encontró?
ScorpioKardia · 26-30, M
- Fue espontáneo. Tan doloroso pero revitalizante al mismo tiempo; su deceso en solitario resultó en un sonriente e inerte cuerpo bañado en sudor. Sin embargo, un único pendiente lo aferró al páramo entre el descanso eterno y la vida enérgica, obligándolo a manifestarse aprovechando el descanso del caballero de Acuario, a modo de hacerlo parecer solamente un sueño.
Se aproximó al lecho, sonriendo después de desviar la mirada en un montón de papeles y libros apilados al lado del mueble - ... Siempre has sido tan metiche y obstinado, Dégel. Idiota. - se arrodilló, cruzando los brazos sobre el borde de la cama para recostar a la vez su mentón, contemplando de cerca las ojeras del galo. Extendió el dedo índice, rozando su nariz en una caricia mimosa - ... Gracias. Estoy bien... - extendió más la mano, a modo de apoyar bien su palma sobre la mejilla - ... Sigue ayudando a los demás... - dedica una última sonrisa y cálida mirada, antes de ser alcanzado por el primer rayo solar que lo disuelve en el ambiente. Dejándolo partir con serenidad.
Se aproximó al lecho, sonriendo después de desviar la mirada en un montón de papeles y libros apilados al lado del mueble - ... Siempre has sido tan metiche y obstinado, Dégel. Idiota. - se arrodilló, cruzando los brazos sobre el borde de la cama para recostar a la vez su mentón, contemplando de cerca las ojeras del galo. Extendió el dedo índice, rozando su nariz en una caricia mimosa - ... Gracias. Estoy bien... - extendió más la mano, a modo de apoyar bien su palma sobre la mejilla - ... Sigue ayudando a los demás... - dedica una última sonrisa y cálida mirada, antes de ser alcanzado por el primer rayo solar que lo disuelve en el ambiente. Dejándolo partir con serenidad.
ScorpioKardia · 26-30, M
[media=https://www.youtube.com/watch?v=QjbINgmWPQg]
Elevo mis defensas porque no quiero enamorarme. Si lo hiciera, creo que tendría un ataque al corazón.
Elevo mis defensas porque no quiero enamorarme. Si lo hiciera, creo que tendría un ataque al corazón.
A1527613 · M
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U s e r : Gracias por aceptar, espero nos llevemos bien^^
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