31-35, M
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LyannaPrakliaty · F
Había pasado mucho tiempo desde el último contacto que tuvo con aquel hombre. Pensó que quizás jamás volverían a tener contacto alguno, luego de que ella rompió el contrato realizado con él. Sin embargo, las circunstancias, la llevan una vez más a visitar aquellas tierras lejanas.
Dado que estuvo allí muchísimas veces, conoce a la perfección la forma de llegar, su sorpresa fue mayor al otra que seguían igual que la primera vez. El reino no es protegido por ningún tipo de barrera mágica y solo los guardias humanos cuidan de la seguridad del pueblo y la realeza.
Descarada como es, la diablesa, atina a aparecerse de la nada en la mitad del jardín real, justo en el momento en el que un par de guardias pasan en el acostumbrado rondín. Desafortunadamente, para ellos, no reconocieron a la intrusa, pues eran de los pocos guardias que no habían llegado a conocerla. Así que en cuanto apareció, le exigieron no moverse y se lanzaron hacia ella con intenciones de atacarla.
Solo escucharon una carcajada maliciosa segundos antes de que sus cuerpos se separaran del suelo y fueran lanzados contra la fuente a unos metros de allí. La conmoción atrajo a más guardias que de inmediato la rodearon.
—Quédense quietos y no saldrán heridos. Solo vengo a buscar al rubio.
Obviamente no hicieron caso e intentaron atacarla por lo que ella simplemente elevó su diestra al frente y se rodeó con un círculo de fuego negro que la protege y ataca a todo el que se acerca. Un par de guardias lo intentaron y sintieron el horror de ser abrasados por las llamas oscuras.
—¡Estúpidos! Van a ser todos míos si continúan de necios.
Uno de los guardias la reconoce y de inmediato detiene a los demás, clava una rodilla en el suelo y hace una reverencia como disculpa. Lyanna apaga las flamas y el hombre se incorpora para acompañarla mientras envía a un joven soldado a buscar a su Rey
—Así que consiguió el reino. No era tan inútil como pensaba.
Se sentó entonces en el jardín, disfrutando del suave y frío viento de invierno, así como de la agradable compañía de aquel soldado, mientras le llevaban al pequeño Daven.
Dado que estuvo allí muchísimas veces, conoce a la perfección la forma de llegar, su sorpresa fue mayor al otra que seguían igual que la primera vez. El reino no es protegido por ningún tipo de barrera mágica y solo los guardias humanos cuidan de la seguridad del pueblo y la realeza.
Descarada como es, la diablesa, atina a aparecerse de la nada en la mitad del jardín real, justo en el momento en el que un par de guardias pasan en el acostumbrado rondín. Desafortunadamente, para ellos, no reconocieron a la intrusa, pues eran de los pocos guardias que no habían llegado a conocerla. Así que en cuanto apareció, le exigieron no moverse y se lanzaron hacia ella con intenciones de atacarla.
Solo escucharon una carcajada maliciosa segundos antes de que sus cuerpos se separaran del suelo y fueran lanzados contra la fuente a unos metros de allí. La conmoción atrajo a más guardias que de inmediato la rodearon.
—Quédense quietos y no saldrán heridos. Solo vengo a buscar al rubio.
Obviamente no hicieron caso e intentaron atacarla por lo que ella simplemente elevó su diestra al frente y se rodeó con un círculo de fuego negro que la protege y ataca a todo el que se acerca. Un par de guardias lo intentaron y sintieron el horror de ser abrasados por las llamas oscuras.
—¡Estúpidos! Van a ser todos míos si continúan de necios.
Uno de los guardias la reconoce y de inmediato detiene a los demás, clava una rodilla en el suelo y hace una reverencia como disculpa. Lyanna apaga las flamas y el hombre se incorpora para acompañarla mientras envía a un joven soldado a buscar a su Rey
—Así que consiguió el reino. No era tan inútil como pensaba.
Se sentó entonces en el jardín, disfrutando del suave y frío viento de invierno, así como de la agradable compañía de aquel soldado, mientras le llevaban al pequeño Daven.