Podía perseguirla pero la conocía, le daría su momento a solas, no era la conversación que esperaba. Danna su sostuvo su brazo con su mano contraria dejando una propia acaricia, odiaba sentirse así y más con Gala.
Realmente no podía creer lo que oía. Señaló con el dedo a Danna pero casi al instante baja la mano, mordiéndose el labio. No quería soltar lo que realmente tenía atorado en el pecho. Una gran catarata de rabia en italiano.
— ¿Eso piensas? Bueno. Me voy al trabajo.
Se da la vuelta. Sería ella quien se largase al abrir la puerta con cierta prisa.
No le quitaba la vista de encima pero Gala tampoco entendía, ambas no se estaban comunicando de la mejor forma.
— No es que te olvide, no lo hice, no te estoy echando la culpa de nada y menos de lo que te diré, por favor presta atención...
Ella imita el gesto que Gala hizo anteriormente, llevo sus manos a su propia nariz y boca uniendo las palmas antes de hablar.
— Gala me sentía sola cuando te ibas ¿Si? Y de alguna manera pensé que te iba a dar igual si estaba o no cuando tuve mi relación porque me sentía ignorada y ¿Sabes? No debería afectarme porque eres mi dueña pero siempre te mostraste con eso de que soy tu amiga pero me sentía sola y tome mi distancia, le dedique más tiempo a mi relación así como tú lo haces con tu pareja.
— Eras feliz hace un tiempo, y te habías olvidado por completo de mi y el asunto de los deseos cuando estabas con tu novia. Ahora, intentas hacerme sentir mal por querer ceder tu magia a alguien que si la necesite...
No se deja intimidar ni por la cercanía, ni al ser jalada hacia ella. Gala la sentenció con un silencio en el que simplemente negó con la cabeza, desaprobando toda la situación.
— Si me olvido de ti, podríamos volver a empezar. Podría conocerte de nuevo y quererte, porque sigues sin entender mi punto. Quiero a Danna, no a la dragona de los deseos. Pero ahora no estoy segura de querer una amiga que me juzga, y me usa a su conveniencia.
Traga saliva, seguía enfadada y dolida. Tal vez lo mejor sería dejar que se marche.
La discusión estaba elevandose con cada palabra, Danna a pesar de tener ese gesto fruncido lo fue relajando manteniendo ese silencio, su mirada quedó gacha y luego fue a Gala.
— Gala, si le entregas la piedra a alguien más te vas a olvidar de mi..
Tomo aire para suspirar por su nariz.
— Las personas no recuerdan que alguna vez tuvieron un genio, cuando cambio de amo o de dueño los recuerdos del anterior de borran conmigo, solo sienten que lograron las cosas por su cuenta o que tuvieron una buena suerte en ese momento al punto de no entender como fue que lograron obtener lo que tienen. La seguridad de la piedra es importante, imagina que todos supieran que existe una piedra mágica... Estarían buscándome y hubiesen guerras por mi.
Se acerca posando su mano en la muñeca contraria que hacía el gesto hacia la puerta, era una forma de control y calma que le transmitía a Gala, no la tomaba fuerte, solo firme. Su mirada serie y serena se poso en la ajena.
Cada palabra que oía le indigna más, hasta se le enrojece el rostro causado por el enojo. Bajó los brazos a ambos lados de su cuerpo y avanzó un par de pasos a ella.
— Así como ese anciano me entregó la piedra, yo puedo dársela a alguien. La diferencia es que te estoy dejando escoger a quién, porque me importas demasiado... ¡Cómo persona, no como alguien que sólo sirve para conceder deseos!
Frustrada se cubre el rostro con ambas manos por varios segundos. Toma aire, lista para volver a la carga haciendo un gesto con la mano hacia la puerta.
— Vete. Si quieres ser una idiota, que ni siquiera se esfuerza en entenderme, ve a donde quieras. No te necesito, Danna, nunca te necesité. Solo quería que fueras feliz pero es imposible para mi.
Se cruzó de brazos firme y con su ceño fruncido, tenía una ceja elevada observando a la joven.
— Quieras o no un viejo monje te dió mi piedra para que TÚ te encargaras, no se la dió a mas nadie. Entonces piensas que al estar con alguien más se va arreglar todo ¿Sabes que? No me interesa si no pides deseos, simplemente eres la encargada de mi piedra.
Respiro hondo aguantando aquella respiración para que no fuese tan acelerada.
— Es decir que no importa si pides deseos, quiero estar contigo, idiota.
Su parte dragón salía a gruñir con ese carácter, le molestaba que Gala simplemente le pasará por la cabeza "regalarla" a alguien más.
— Gala.
Rompe su cruce de brazos para chasquear los dedos, Gala tendría aquella piedra en su cuello como collar que Danna haría aparecer, la mirada rasgada se deslizaría desde los ojos de su contraria hasta sus pechos observando.
— Ni siquiera haz lavado la piedra... Claro, te importo bastante. Quítate, me iré lejos de tu vista ya qu
Frunció los labios, angustiada. No le gustaba que nadie le hablase así, pero en lugar de llorar, se molestó. Con el ceño fruncido retrocede hasta que su espalda golpea la puerta. Allí se iba a quedar, Danna le iba a escuchar.
— Ya me han abandonado, gracias por tus buenos deseos.
Tomó aire con pesadez. ¿Quería discutir? Perfecto, a la pelirroja no le faltaban las palabras.
— No te necesito como ama, te dije que eres mi amiga, no mi sirvienta. Y te estoy diciendo que podrías estar ayudando a alguien que si necesita de ti, pero eres tan terca que prefieres soltar basura e irte.
