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Silencio, precipitante como la legua en fragua que su espiritualidad le concebía. Sus ojos, con ese fulgor tan reluciente presentían inyectados de sangre el derrumbamiento de la torre a la distancia. Ausenciado bortó tristeza de sus ojos, oscilante a la embargueza de su respiración hundiéndosele en el pecho cómo aurea boreal en la intrínseca mirada tenue que se desvanecía hacia el bosque. Bosque repleto de adversidad. Dónde pisasen los aventureros más avezados terminarían por llevarse su sobredosis de perdición esotérica. Salai no era la excepción, quién tumbado de bruces (...)
 
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DanHarper · 100+, M
Silencio. Bruma de silencio. Párpados adversos en mutágeno previsible, que en vela al alba volvía a azotar sin descanso su corazón. Valvula, valvula de su corazón que irgue, que flamenta, que ubica, y sonoro vuelve a pálpito, con júbilo estruendoso.

Salai manifestó; Entonces delirante, con la pócima que el brujo cedió con anticipación, bebió tajante, su búsqueda por el recalcado grial de vida que este le transmitiría, con el ocaso en ascua sobre su pecho turbante, mismo que resiliente oyó, no, escuchó, lo que eran pasos, violentos pasos que corrompían la naturaleza, generando marcas, abasteciendo de pisadas las ramas secas, esas que se sintieron estremecer, como la herida en su ojo, que aún le punzaba.
 
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