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La marcada animadversión qué todo el caos diplomático y social despertó fue veloz y incisiva para instalarse en el colectivo del feudo. Aún en las aldeas más dispersas y las comarcas todavía más lugubres, la noticia había llegado: El imperio se batía contra sí mismo tras una serie de sucesos insospechados ¿Raro? en extremo. Pero de ese modo sucedió.
El blondo desempolvó su capa y apresuró el paso, Incluso en los pueblos centrales y cercanos a la diócesis imperial se estaba ad portas de días menesterosos. Poco o nada bueno podía augurar un grado tal de turbación en el corazón del imperio; Cómo un vástago preludio, coincidía la desazón con la inclemencia del tiempo. El rocío era, en ultranza, tan sólo... Una entelequia.
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DanHarper · 100+, M
(...) El vago cazador que buscaba presa, estaba siendo cazado.
DanHarper · 100+, M
La pureza era la flanqueza del mal, a él le llamaban extranjero, sin ser de otro lugar, misma aparición de su cuchillo en diestra, que demostraba su destreza apaciguada por la brahamante forma de respirar cauta, en busqueda de encontrar a su acechador. Tal cual espesa bruma sus pies fueron hacia delante, y en la eternidad bosquejosa empezó a desaparecer, dejando un rastro de sangre consigo.
Ensimismado perecía, pues, de silencio pecaba, y de razonamiento filosófico se nutría, con estrategia cerrada de combate y su aprendiz de naturaleza; Un dedo buscó una daga, traversa tras el pecho, que terminaba por hundirse sobre el índice y se esclarecía hacia la zona lateral de su brazo, encima de un pequeño trozo de cuero unido a una rienda negra, elevada al doble de su antebrazo, atada con un peñasco de hierro asistiendo su fuerza y corporeidad. No le bastaba con concretar el silencio, para apaciguar, y ahí, clavar la mirada sobre su enemigo. (...)
Ensimismado perecía, pues, de silencio pecaba, y de razonamiento filosófico se nutría, con estrategia cerrada de combate y su aprendiz de naturaleza; Un dedo buscó una daga, traversa tras el pecho, que terminaba por hundirse sobre el índice y se esclarecía hacia la zona lateral de su brazo, encima de un pequeño trozo de cuero unido a una rienda negra, elevada al doble de su antebrazo, atada con un peñasco de hierro asistiendo su fuerza y corporeidad. No le bastaba con concretar el silencio, para apaciguar, y ahí, clavar la mirada sobre su enemigo. (...)
DanHarper · 100+, M
Silencio. Bruma de silencio. Párpados adversos en mutágeno previsible, que en vela al alba volvía a azotar sin descanso su corazón. Valvula, valvula de su corazón que irgue, que flamenta, que ubica, y sonoro vuelve a pálpito, con júbilo estruendoso.
Salai manifestó; Entonces delirante, con la pócima que el brujo cedió con anticipación, bebió tajante, su búsqueda por el recalcado grial de vida que este le transmitiría, con el ocaso en ascua sobre su pecho turbante, mismo que resiliente oyó, no, escuchó, lo que eran pasos, violentos pasos que corrompían la naturaleza, generando marcas, abasteciendo de pisadas las ramas secas, esas que se sintieron estremecer, como la herida en su ojo, que aún le punzaba.
Salai manifestó; Entonces delirante, con la pócima que el brujo cedió con anticipación, bebió tajante, su búsqueda por el recalcado grial de vida que este le transmitiría, con el ocaso en ascua sobre su pecho turbante, mismo que resiliente oyó, no, escuchó, lo que eran pasos, violentos pasos que corrompían la naturaleza, generando marcas, abasteciendo de pisadas las ramas secas, esas que se sintieron estremecer, como la herida en su ojo, que aún le punzaba.
DanHarper · 100+, M
Cuándo abandona los árboles, decidido a esperar qué una mejor presa caiga en las trampas que montó hace ya semanas, él ve la columna de cenizas y humos que se eleva en el cielo. Frunce el ceño; Conocía del asedio cómo todos en Hutter, el pueblo más cercano... Debería de irse de aquí, es mejor evitar los rondines de los lacayos del imperio.
DanHarper · 100+, M
Tan solo tierra árida y seca, hasta dónde la mirada llegaba. Y más allá, dónde se funden el horizonte plomizo y las débiles ondulaciones de la campiña tampoco hay mucho más. Es un desierto verde ópaco, sepulcro de innumerables troncos secos. Alimentó sus ansias con la idea de cazar ciervos sedientos y moribundos. Podía sentir pena por ellos de algún modo: Iban por ahí, dando tumbos sin encontrar oasis alguno que diese tregua a sus penas animales.
Camina por el bosque, cuidadoso de dónde pisa. Alguna vez, él mismo cayó en la trampa de otro cazador: Constantemente cambiando la dirección en que mira, atento a dónde está, y como su entorno muta. El sónido de las ramas secas y el de las hojas siendo aplastadas registrado. Permuta entonces, esperando a la aparición de una presa: sólo ve zorros merodeándolo. Pero su carne es demasiado fibrosa, escasa y son escurridizos. Perdería tiempo y flechas.
Camina por el bosque, cuidadoso de dónde pisa. Alguna vez, él mismo cayó en la trampa de otro cazador: Constantemente cambiando la dirección en que mira, atento a dónde está, y como su entorno muta. El sónido de las ramas secas y el de las hojas siendo aplastadas registrado. Permuta entonces, esperando a la aparición de una presa: sólo ve zorros merodeándolo. Pero su carne es demasiado fibrosa, escasa y son escurridizos. Perdería tiempo y flechas.
DanHarper · 100+, M
La marcada animadversión qué todo el caos diplomático y social despertó fue veloz y incisiva para instalarse en el colectivo del feudo. Aún en las aldeas más dispersas y las comarcas todavía más lugubres, la noticia había llegado: El imperio se batía contra sí mismo tras una serie de sucesos insospechados ¿Raro? en extremo. Pero de ese modo sucedió.
El blondo desempolvó su capa y apresuró el paso, Incluso en los pueblos centrales y cercanos a la diócesis imperial se estaba ad portas de días menesterosos. Poco o nada bueno podía augurar un grado tal de turbación en el corazón del imperio; Cómo un vástago preludio, coincidía la desazón con la inclemencia del tiempo. El rocío era, en ultranza, tan sólo... Una entelequia.
DanHarper · 100+, M
Sus brazos cayeron entonces, en lo que era su propia trampa, indolora, se sacudió cómo su cabeza de izquierda a derecha, volviendo a guardar el libro, y dando impulso a su levante, con tal de dirigirse a la propiedad estibada sobre enormes troncos de árbol de Nhul, al final de una carretera con trocha entablillada de loza de caracol y una especie de apedrado mal diseñado, pero funcional, para el transporte de carreta. Salai fue directito hacia allá, empezó su andanza.
DanHarper · 100+, M
La leña era espesa, negra, síntomas de que la leña era de poca calidad. Salai era estudioso, conocía casi cómo la palma de su mano cada síndrome del continente, sin si quiera haberlo visto, esa era su especialidad, leer, escribir, descubrir, por ello, aunque estaba herido mortalmente, deshizo el maletín de cuero de su espalda, buscando en el interior una hoja cincelada con plomo en forma de cuerdas, y empezó a escribir.
“Bruma de la primer velada.
El horizonte fatuo muestra humo, indica contradicciones de la madera.
La torre fue destruida, desconozco el estado de nuestros elementos.
Tengo que buscar a Dante, a Roy y a Kaladhin, o moriré.
Estoy herido, no sé cuánto aguantaré.
Si lees esto, ayúdame, te puedo recompensar increíblemente.”
“Bruma de la primer velada.
El horizonte fatuo muestra humo, indica contradicciones de la madera.
La torre fue destruida, desconozco el estado de nuestros elementos.
Tengo que buscar a Dante, a Roy y a Kaladhin, o moriré.
Estoy herido, no sé cuánto aguantaré.
Si lees esto, ayúdame, te puedo recompensar increíblemente.”
DanHarper · 100+, M
(...) Ensangrentado y herido, rebuscaba entre sus dedos las esperanzas que se le habían escapado.
—Mierda. —Su voz se intensificó tras el largo suspiro que depositó desde sus labios al tumbarse contra la corteza del árbol negro.
Estaba hilarante, rebuscaba igualmente, entre sus cosas, algo que le quitase el eterno ardor del ojo que fue destruido; No encontró demasiado, sólo una vieja poción que el brujo Roy estaba experimentando. Salai respiró nuevamente, trató de calmarse, miró al horizonte, y vio leña esparcirse sobre las nubes.
—Mierda. —Su voz se intensificó tras el largo suspiro que depositó desde sus labios al tumbarse contra la corteza del árbol negro.
Estaba hilarante, rebuscaba igualmente, entre sus cosas, algo que le quitase el eterno ardor del ojo que fue destruido; No encontró demasiado, sólo una vieja poción que el brujo Roy estaba experimentando. Salai respiró nuevamente, trató de calmarse, miró al horizonte, y vio leña esparcirse sobre las nubes.
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