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Silencio, precipitante como la legua en fragua que su espiritualidad le concebía. Sus ojos, con ese fulgor tan reluciente presentían inyectados de sangre el derrumbamiento de la torre a la distancia. Ausenciado bortó tristeza de sus ojos, oscilante a la embargueza de su respiración hundiéndosele en el pecho cómo aurea boreal en la intrínseca mirada tenue que se desvanecía hacia el bosque. Bosque repleto de adversidad. Dónde pisasen los aventureros más avezados terminarían por llevarse su sobredosis de perdición esotérica. Salai no era la excepción, quién tumbado de bruces (...)
 
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DanHarper · 100+, M
La leña era espesa, negra, síntomas de que la leña era de poca calidad. Salai era estudioso, conocía casi cómo la palma de su mano cada síndrome del continente, sin si quiera haberlo visto, esa era su especialidad, leer, escribir, descubrir, por ello, aunque estaba herido mortalmente, deshizo el maletín de cuero de su espalda, buscando en el interior una hoja cincelada con plomo en forma de cuerdas, y empezó a escribir.


“Bruma de la primer velada.
El horizonte fatuo muestra humo, indica contradicciones de la madera.
La torre fue destruida, desconozco el estado de nuestros elementos.
Tengo que buscar a Dante, a Roy y a Kaladhin, o moriré.
Estoy herido, no sé cuánto aguantaré.
Si lees esto, ayúdame, te puedo recompensar increíblemente.”

 
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