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‹‹ Take off your clothes. ››
 
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En el campo de batalla no se sentía tan vulnerable como en sus recámaras, cuando ella lo tenía a solas; comparado a esto, la guerra siempre fue un paseo. Las manos de su señora tirarón de él hacia ella con su destreza de titiritera cuando buscaban la piel del mayor y, ¿quién diría? Fueron directo al cobre en su valija quebrantada por la brutalidad del invierno y su inminencia. Las telas colgaban de sus antebrazos, habiéndose deslizado por el hombro derecho en aquellos pasos que tomó para abrirse espacio entre los pies de su compañera de vida. Bufó ante su queja. – ¿Me retiro, Mi Reina? – Jamás se esperaría un “sí” a aquella pregunta, por ello vestía una divertida sonrisa disuelta en la humedad de su beso. La piel se le erizó desde los labios Valyrios. – Sufriría una gran ofensa si despertaras pensando en uno de tus Inmaculados, Mi Reina. – No pudo evitar reír un poco, contagiado del humor negro del Lannister que ahora caminaba sin peligro por los pasillos de Invernalia.
‹...› Incluso su milagrosa verdad rompió con la creencia que sustentaba la extinción de la casa Targaryen.
Eres la peor de las distracciones ...

La voz de Daenerys contenía una mezcla dulce de sutil jocosidad y provocación; tendía más al último sentimiento y se demostró cuando ésta depositó un beso húmedo sabor a vino en el vientre bajo de su Rey. Al inicio de su sendero de placer.

... No importa cuántas horas me poseas, sigo pensando en ti al amanecer.
Notó que a veces el hambre le arrebataba el gusto de contemplar a su Rey, causa de adoración, con plena calma y a consciencia. A pesar de conocer su piel a vista, sabor y tacto, conocer sus cicatrices así como sus lunares, a veces hacía falta una pausa merecida. El cuerpo de Jon, su sobrino, contaba en sí mismo la historia de su proceder: músculos firmes para soportar el ritmo de una batalla. Brazos fuertes que pueden tanto blandir la espada y degollar hombres, como cargar gentilmente a su Reina a la hora de amarse. Cicatrices, muchas. Suave, vehementemente, acarició aquella curvada en su pectoral. Esa que atentó contra el corazón de su Rey y esposo. Daenerys Targaryen lo encontraba fascinante. Siempre con una pequeña sorpresa, pensaba que Jon la maravillaría una vida entera. Había milagros en torno a él: tanto como resucitar, como traer vida en el vientre de la "última Targaryen". ‹...›
Los hombres del Norte no solían ostentar sus pieles y por obvia razón: hacía un frío de muerte en Invernalia. El Lobo Blanco era considerablemente más atrevido de lo que era astuto y, por esto, cedió a los juegos de su Reina y obedecería. Allí en su recámara, bien iluminada entre velas, la fogata y luz reflejada en la nieve a las afueras, el bullicio del pueblo dentro de las murallas quedaba ahogado por la carrera de los vientos blancos que abatían la roca de sus torres. – If it please you, My Queen. – Cruzó con la derecha su pecho, recargando las telas en sus nudillos para tumbar la fibra por el hombro, pálido y macizo, humilde hasta llegarle al tríceps, que sobre la nívea piel rentaba su propia sombra. Se miró a sí mismo, su propia escultura genética y lo que quedaba de su blanca “arcilla” donde las “bujías” habían dejado sus detalles, donde sus errores quedarían por siempre grabados.
Ésta vez me voy a tomar un tiempo mirándote, repasando lo que ya conozco, por si se me escapa algún detalle...
Yes, My Queen.
GardenofthePast · 26-30, F
Excelente foto

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