*El hombre presencio aquél alboroto y negó suave. Solo se intereso por su hija en aquél momento cambiando su expresión para abrazarla y cargarla en sus brazos*
Hola mi amor... fue algo maleducado de tu amigo irse así, pero tal vez sea algo tímido
-se quedó ahí, confundida por la desaparición del chico. No entendía por qué razón él simplemente adoptaba esa actitud cuando se trataba de su papá-
—¡Espera! —Pero ya era demasiado tarde, se había lanzado por el portal y ella se había quedado atrás. Podría incluso haberse lanzado detrás de él, pero la sola idea de lo desconocido a través de dichas puertas, le causaba terror. Soltó un suspiro cargado de pesadez y tristeza. ¿Quien sabe cuando lo volvería a ver? y sin más, solo salió de aquel sitio para ir con su papá, sin percatarse que su pulserita de oro con su propio nombre grabado en ella, se había desprendido, cayendo entre las telas de las cortinas que había llevado para decorar aquel lugar.-
Dijo sin más abriendo una de sus muy útiles ventanas a cualquier lugar y como si se tratara de alguna especie de broma intentando no voltear a ver al intruso en aquella casa, aunque en realidad el era el intruso en ese terreno, levantó la mano para despedirse y desapareció cerrando de inmediato aquel portal tras de si., ¿dónde cayó ahora?, ni siquiera el lo sabía, lo único que entendía es que no quería estar ahí.
—Es mi papá!— Exclamó sorprendida al albino, dejando el bote de helado en el suelo y se levantó de golpe para ir a asormarse por la ventana de la casa del árbol.
—Hola papá! Mira! Esta casa de árbol es de mi amigo Daemon! Él la reparó! Verdad que quedó genial? —de inmediato, se gira hacia el albino en busca de su mano y tirar de esta hacia la salida de la casa. Ella vio una oportunidad de presentarle a su papá, seguro a él no le molestaría que ella tuviera un amigo.
*Había pasado una semana desde que el líder de aquella familia no se encontraba por distintos motivos. Sin embargo, aquél día había llegado buscando a su hija en el templo, cosa que lo sorprendió bastante pues la pequeña princesa dragón no se encontraba. La buscó por los jardines donde usualmente fluctuaba, luego por el salón de entrenamiento, y al no verla en la cocina donde hacía galletas y preparaba cualquier manjar, se preocupó.
No tuvo mas opción que usar sus sentidos de dragón, buscarla por medio de su olfato, era fácil identificarla, y así comenzó su búsqueda hasta dar con ella y con alguien a quien le trajo un gran pasado terrible*
¿Yuki?
*Menciono estando a un metro de distancia de los presentes*
Hija... papá volvió de su viaje, lamento la demora
*Una suave sonrisa se asomó al verla tan divertida y tan natural*
No comprendió en sí, a qué se refería el albino con eso. Su papá era su héroe, le había visto convertirse una vez en un enorme dragón con alas, pero aún así, la niña no tenía muchas opciones de amistades o convivencia en aquel lugar.
Sonrió emocionada cuando Daemon elogió su comida. Se había esforzado en prepararla, aunque normalmente estas cosas se le daban de manera natural, como si tuviera ese talento innato para la cocina.
—No olvides el helado. ¿Tu, como conoces a mi papá? He incluso pensado ¿No somos parientes? ¿Eres otro hijo de tio Kai? Quizás el tio Ryu tiene un hijo! ... Ah! —Y sacó en ese instante, una botella con jugo de arándanos del interior de su improvisado bulto—Jugo para que no te ahogues. —Y se lo ofreció, esperando lo tomara-
─Si, es verdad, no es que sea la persona más presente en la vida─
La respuesta le salió en automático como parte de su personalidad algo irónica y de aquellos recuerdos mezclados que no eran claros ni para el, levantó los hombros y continuó escuchando las palabras de la niña, asintió una vez y tras eso solo levantó la mano para encontrar el lugar de la comida, era demasiado simple el notar que el albino tenía una debilidad por la comida y al momento que tomó aquello en sus manos buscó un poco de esta tomando uno de los sandwiches mordiéndolo de inmediato.
─Esta rico─
Apuntó aún con algo de comida en la boca, sabía y podía ser educado pero no se molestaba mucho por esa clase de cosas, le habían enseñado a ser únicamente, y el hacer lo que le venía en gana era algo que siempre funcionaba de forma correcta para el albino.
—Mi papá casi no está en casa —mencionó la chica, mientras destapaba el contenedor con los sandwiches. Mi hermana Himari, está con su novio Dante todo el tiempo. Así que juego sola y vengo aquí, bueno, juego contigo. —le extendió entonces el traste con los aperitivos y mientras le sonreía esperanzada de que le gustaran-
Respondió de inmediato bajando la mirada al suelo aunque con la intención de que esta no se encontrara con la de la chica castaña, caminó a donde las pequeñas ventanas de la casa, de hecho no tenían vidrio y eso era natural cuando niño había pensado en que eso no era necesario, ahora su opinión no cambiaba, era una casa de juego no una casa real.
— Me causa gracia que nadie haya notado que sacaste comida o que sales tanto—
Levantó la ceja mientras pensaba un poco en eso, de hecho era desconfiado cuando recordaba a la familia de la chica, lo ultimo que quería era verlos, no por miedo si no porque le parecían poco agradables en su mayoría.
-Apenas recibió el bulto, se sentó en el barnizado suelo de madera y comenzó a desanudar la manta-
—Quedó espectacular! y en una noche! Eres increíble! —Emocionada, comenzó a sacar una a una las cortinas, un par de cojines y debajo de estos, un bote de helado de vainilla que ya comenzaba a derretirse y sandwiches-
—Traje de comer, y traje el postre, no sé si te guste el helado, pero solo eso había por que a mi me fascina. Ah! y dos cucharas de plástico. —Le entregó las cucharas y le invitó a sentarse a su lado, mientras hacía a un lado el resto de las telas que había llevado para las ventanas.-
