—¡Sí! ¡Sí quiero! —No se necesitaba de mucho para convencerla en buscar entretenimiento, todo menos estudio. Le duele la cabeza de escuchar las mil y un repeticiones de Amy sobre porque la "x" no se puede mezclar con una "y". Era muy como de: ¿...? Quiere decir, todo se puso difícil en las matemáticas cuando decidieron agregar letras y signos positivos como negativos.

Desde la cima del mundo observó la tranquilidad de las personas que pasaron a su lado. En su completo mundo de fantasía por idearse la manera perfecta para que el joven le comprara unos cuantos dulces o helado, pasó por alto la mirada interesada de un grupo de jovencillos.

Bajó un poco su cabeza, no pudo evitar que ciertos cabellos cayeran en el rostro de Darien. —Oye, Mamo, ¿en tu escuela si te dejan comer dulces cuando estudias? —Cuestionó bastante interesada. Es que casi nunca le veía con caramelos en la mano, debe haber una regla que lo prohíba. No encuentra otra explicación.

Al escuchar eso se dio cuenta de la situación, estaban fuera de su universidad, sus compañeros salían y seguramente podían verlo a él, siendo regañado por una chica rubia y revoltosa a quien llevaba en la espalda. Seguramente que más de uno -por no decir la mayoría- se sorprendería.

Darien soltó una pequeña risa y empezó a caminar en dirección a su casa, ya había ignorado su parloteo porque sabía que no podía hacer nada contra ella, era bastante débil ante su personalidad, simplemente quedaba seguirle la corriente y dejarle ganar por esta vez.

—Realmente es una tarde movida, no podría decir menos. ¿Pasamos por el parque antes de ir a casa?—

Le sacó la lengua sin preocuparse del que dirán. —¡Mamo-tonto! —Exclamó enojada. —¡Yo que te vengo a buscar para que no vayas solito a tu casa y tú que me tratas así! —Enfurruñada apretó más sus brazos en el cuello. —A ver si te vuelvo a buscar de nuevo. ¡Hmph!

( . . . )

Quedó muda. ¿Cómo se enteró?
Miro a todos lados, admiro el cielo, contempló los árboles, inhaló mucho aire. —¡Waaah! ¡Que maravillosa tarde! ¿No lo crees, Mamo-Chan? —Esquivó descaradamente la pregunta.

¿En qué momento se había vuelto tan despreocupado frente a Usagi? A pesar de que era alguien sociable con sus compañeros de clase la amistad que tenía con el conejo estaba en otro nivel al punto de sentirse demasiado intimo. —¿Estás acosándome?— Alzo una ceja sonando ligeramente sarcástico mientras cargaba a la menor sosteniendo sus piernas para que esta no cayera. — Escuche que tenías repaso con las chicas, ¿volviste a huir?—

—¡Mamo-Chan! —Exclamó pronunciando su nombre por cada sílaba entonando dulzura. Soltó un par de risillas mientras frotaba su mejilla con la contraria. —¿Ya saliste de tus clases vespertinas?