Definitivamente un asunto preocupante molestaba a su querido Darien. Ya era normal que el joven siempre estuviera en su propio mundo de "adulto", solían discrepar en ciertos ideales o conversaciones pero se las arreglaban para entenderse. Entonces, ¿Qué era lo que realmente le afligía?

Lo que menos quería era pasar por una chismosa sobre un conflicto serio -todo era importante y crucial- para el muchacho. Ahora bien, si Darien se guardaba cada problema para sí mismo, le afectaría emocional y físicamente. Lo sabía de primera mano.

Despacio su mano encontró el hombro del hombre. Era evidente en su forma de mirarlo la preocupación aumentando por todas esas preguntas que ella misma planteó hace unos segundos. —Darien, ¿has estado durmiendo bien? —Contratacó con una pregunta diferente. No obstante, considerable como un factor en su repentina reflexión nocturna.

Estaba sumido en sus pensamientos, contemplaba la luna con tanto afán que no le calaba el viento, era como una estatua que no podía dejar aquel lugar. Incluso alguien tan animada y revoltosa como su amiga había pasado desapercibida para sus sentidos, al menos hasta que esta volvió a llamarlo.

—Lo siento Usagi... ¿Qué sucede?— Ya que no había escuchado con atención termino diciendo lo mismo que ella, dejo sus manos en sus bolsillos y se giro ligeramente hacia ella haciéndole frente. —¿Porqué estás aquí tan tarde? ¿A pasado algo?— Aunque él sabía que Usagi no estaba en peligro aún así se limito a preguntar.

—Darien.

Pronunció su nombre interrumpiendo el silencio nocturno y la balada del viento con los árboles. Caminó despacio hasta llegar a su lado, insegura de si quería su presencia.

¿Qué estaba haciendo a altas horas de la noche afuera? Hoy no le tocaba patrulla. —Darien, ¿Qué sucede? —Planteó su desconcierto al joven.