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Gemelos Desdichados.
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SW-User
[c=#6060BF][i]Será un placer caballero y lamento un poco la demora. [/i][/c]

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[c=#6060BF][code]** Todo era tan confuso ahora, un día atrás había estado en compañía de su hermano y su querido amigo jugueteando por la aldea y ahora estaba en camino hacia un lugar desconocido de la mano de un hombre extraño que la había sacado de aquel lugar que conocía como hogar para enfrentar su destino. No comprendía bien, solo sabía que no estaría más con aquellos a los que apreciaba y que ese lugar al que pronto llegaría estaría rodeado de misterios y peligros. El hombre que la escoltaba fue tan silencioso en el camino de partida, solo recordaba que en principio le dijo que ella era Athena, una diosa y que debía regresar para prepararse para el inicio de la guerra santa. Quizá fue demasiada información, tan solo era una niña pequeña que de momento a otro su mundo cambio. Estaba nerviosa, desconsolada, pero al mismo tiempo se sentía protegida por aquel extraño hombre que se había presentado ante ella como un caballero.

De lo poco que recordaba, ese hombre se llamaba Sisyphus, en el algo llamo su atención, un rostro que expresaba dolor y a la vez dudas mientras caminaban por ese extraño sendero que llevaba a tierra distantes y desconocidas. Pero aquel hombre siempre fue amable con él, incluso por breves momentos se desvaneció el nerviosismo y el miedo. Con lo poco que hablaba con él iba entendiendo cuál debía ser su destino y la misión que debía cumplir.

Así pasaron los días hasta que llegaron a una extraña ciudad, más adelante habría una poderosa fortaleza rodeada de montañas. En aquel lugar había muchas personas, guerreros que día a día combatían entre ellos para dominar sus artes de batalla. Con cada paso que daba, podía observar cómo eran esos entrenamientos tan duros. Ver todo ello asustaba a la pequeña niña que ahora se sentía invadida por la pena y el nerviosismo. ¿Por qué la gente debía pelear? ¿Por qué tener que lastimarse unos a otros? En su cabeza no cabía la idea de que existieran personas que solo quisieran dañar a otras.

Así dejo esos escenarios para ser presentada a un extraño hombre que se presentaba ante ella como el patriarca y su leal consejero. Todo era tan confuso y extraño. Unas doncellas le quitaron su cadeneta religiosa y la escoltaron a una habitación donde pasaría algunos días mientras el patriarca le explicaba a detalle lo que sucedía, el origen de su nacimiento y lo que pronto acontecería.

La reencarnación de la diosa de la guerra, eso era ella. La materialización en forma humana de una de las deidades más importantes del panteón griego. Aquella que estará siempre predestinada a manchar sus manos para combatir con los dioses y enemigos que tratan de invadir este mundo. Tardo unos días hasta comprender todo a la perfección, pero ahora lo tenía claro. Su deber era proteger este mundo y a los seres que habitaban en él. Incluso mancharse las manos de sangre sería una ofrenda suficiente si con ello la humanidad podía sobrevivir y coexistir. Pero y esos caballeros, ¿era justo que sacrificaran tanto? Quizá si ella pudiera acabar con todo ese dolor y evitar esas desgracias. Ahora tenía un deseo y haría lo necesario para algún día cumplirlo.

Ese día, quiso ver el mundo a través de los ojos de aquellos que tanto se esmeraban. Así que, a escondidas, salió de esa habitación para descender de manera sigilosa las 12 casas. Nadie se había percatado de su presencia, ya estaba cerca para concluir el camino tan empinado, solo faltaban 3 casas más para poder ir al lugar donde vio a esos jóvenes combatiendo. Así se adentró en la tercera casa del zodiaco, con un caminar sumamente silencioso, esperando que nadie pudiera detectar su presencia. **
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