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DandelionKnight · F
Sabía que Diluc no siempre estaba presente en el Obsequio del Ángel, tampoco estaba segura de que pudiera encontrarlo en el Viñedo del Amanecer, así es que optó por ir a buscarlo al lugar más cercano al Cuartel de los Caballeros de Favonius, el bar. Justo donde ella estaba de pie ahora mismo, a un costado de la entrada.
Aparentemente su expresión era tranquila, incluso saludaba a los lugareños que se habían acercado a saludarla amablemente. Pero su interior era todo lo opuesto a la fachada de serenidad que dejaba ver a los demás. Sinceramente estaba algo nerviosa de estar ahí, razón por la cual no había entrado aún al negocio. ¿Qué es lo que hacía ella ahí? Después de todo no sé frecuentaba mucho con el pelirrojo desde que éste dejo los Caballeros de Favonius, tampoco desde que trabajaron juntos apoyando al viajero y Barbatos respecto al incidente de la Lira. Pese a todo, aún así quería compartir un breve momento con alguien a quien admiraba y consideraba su amigo, retomar ese contacto.
Suspiró profundamente en un intento de relajarse, usualmente como gran maestra intendente de los Caballeros estaba involucrada en encargos más estresantes. Vamos que la crisis de Dvalin la tenía con los nervios de punta, solo que por alguna razón, ésta simple visita la tenía más al filo del asiento que cualquier cosa.
En un intento de darse seguridad, sujetó un poco su coleta, la cual ni si quiera se había aflojado. De cualquier modo, hacer aquello le brindaba una sensación de estar mínimamente en control de sus emociones. Y antes de poder arrepentirse, se abrió paso al interior del bar, buscando discretamente a su dueño. Para su sorpresa, el pelirrojo estaba limpiando algunos tarros. Caminó con supuesta calma a dónde éste se encontraba trabajando y suspiró bajito antes de saludar. —Buenas noches, Maestro Diluc.— Sabía que no le gustaba ser llamado así, pero esa pequeña broma la hacía sentir menos ansiosa. —Que sorpresa verte por aquí, siendo tan elusivo. ¿Cómo estás?— Finalizó con esa pregunta para luego sentarse en un banco alto de madera frente al hombre.
Aparentemente su expresión era tranquila, incluso saludaba a los lugareños que se habían acercado a saludarla amablemente. Pero su interior era todo lo opuesto a la fachada de serenidad que dejaba ver a los demás. Sinceramente estaba algo nerviosa de estar ahí, razón por la cual no había entrado aún al negocio. ¿Qué es lo que hacía ella ahí? Después de todo no sé frecuentaba mucho con el pelirrojo desde que éste dejo los Caballeros de Favonius, tampoco desde que trabajaron juntos apoyando al viajero y Barbatos respecto al incidente de la Lira. Pese a todo, aún así quería compartir un breve momento con alguien a quien admiraba y consideraba su amigo, retomar ese contacto.
Suspiró profundamente en un intento de relajarse, usualmente como gran maestra intendente de los Caballeros estaba involucrada en encargos más estresantes. Vamos que la crisis de Dvalin la tenía con los nervios de punta, solo que por alguna razón, ésta simple visita la tenía más al filo del asiento que cualquier cosa.
En un intento de darse seguridad, sujetó un poco su coleta, la cual ni si quiera se había aflojado. De cualquier modo, hacer aquello le brindaba una sensación de estar mínimamente en control de sus emociones. Y antes de poder arrepentirse, se abrió paso al interior del bar, buscando discretamente a su dueño. Para su sorpresa, el pelirrojo estaba limpiando algunos tarros. Caminó con supuesta calma a dónde éste se encontraba trabajando y suspiró bajito antes de saludar. —Buenas noches, Maestro Diluc.— Sabía que no le gustaba ser llamado así, pero esa pequeña broma la hacía sentir menos ansiosa. —Que sorpresa verte por aquí, siendo tan elusivo. ¿Cómo estás?— Finalizó con esa pregunta para luego sentarse en un banco alto de madera frente al hombre.