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Cᴀɴ ʏᴏᴜ ʜᴇᴀʀ ᴍᴇ﹖ Aʀᴇ ʏᴏᴜ ɴᴇᴀʀ ᴍᴇ﹖
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Yuki2104 · F
—Ah... si, recuerdo haber estado cuando la Gran Depresión...

Respondió Yuki con evidente desinterés. Aunque recordaba claramente la cantidad de suicidios que tuvo que "asistir", fingía haber olvidado que conocía el lugar para dejarse guiar por Dominique y le mostrara sus planes. Entonces llegaron a la concurrida cafetería. El ambiente estaba inundado de los deliciosos aromas de la semilla del cafetal tostado y el pan recién horneado: uno de sus placeres mundanos, que no admitiría, quizás con el tiempo.

Guió la mirada haccia dónde le había indicado su hermana. Vio a la mujer cargando al infante y supo gracias a la energía que provee el santísimo a todos sus hijos, que dentro de ella tenía una vida más. Esto le causó cierto disgusto y no por el fatídico final al que estaban destinados, sino al desperdicio de tiempo y esfuerzo empleado en un feto que jamás vería la luz del día: envidia quizás...

Notaba la emoción en la voz de su hermana y esto de alguna manera le parecía entretenido. Conocía bien las bizarras predilecciones de Dominique pero nunca había sido invitar a presenciar alguna de ellas en el momento justo. Ignoró por completo al mesero, aunque imitó a su hermana al materializarse en aquel lugar, ahora vistiendo un vaporoso vestido de manta, parodiando a su manera, a los que sirven a la luz divina. Apoyó el codo derecho en la mesilla y la mejilla en la mano de este mismo brazo, para con semblante aburrido, presenciar la primera explosión. Todo voló por los aires, gritos, histeria, sangre. Los cristales del local cayeron hechos añicos. La fuerza expansiva de la explosión las alcanzó con una fuerte y cálido ventarrón que solo hizo volar las servilletas por los aires. Las ropas y los cabellos de las demonesas apenas si se agitó un poco, prueba inequívoca de que no pertenecían a este plano.


—Waaaaaah!!!

Exclamó Yuki, emocionada mientras se levantaba de su asiento. La silla cayó al suelo, a los pies del mesero que miraba atónito aquella escena. Una segunda explosión siguió a la primera y luego una tercera. Yuki festejaba la escena como una niña emocionada, mientras alzaba las manos al cielo.

—Este es el mejor regalo que he tenido! ¿Cómo supiste que amo los fuegos artificiales?