𝓐seguro que lo que decía era cierto haciendo la señal de la cruz en su pecho como juramento, nunca había mentido siendo ciertamente un arma de doble filo para cualquiera pero mas para si misma pues al no saber mentir, a veces, con la verdad puede apuñalar sin querer.

— Tu también eres muy amable Isaac no tengas dudas de ello.— Tomo una de las galletas sobre su plato, humedeciéndola un poco en su taza con chocolate para llevarla a su boca y comer. Entrando de repente en su campo visual la mano contraria acercándose a su cabello, dio un suave respingo imperceptible pero sus cromas temblaban un poco. — No les ha-hago caso pero igual es un poco frustrante que llamen a mi papá por ello.—