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遊ぼう!!
 
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Karonte, Kaleios al escuchar la pequeña hicieron sonar sus pinzas ¡Oh No! ya habían visto como quedaban las Escolopendras del padre de la pequeña, parecían discotecas con mil patas, llegaban incluso a parlotear que era un proceso quitarse la purpurina al menos para los machos, las hembras eran otro cuento. En otras palabras, no querían que los Cottonizaran.

Mi muñeca creo que no quieren ese tipo de atenciones.

Rio ante las expresiones de sus Escorpiones, aunque no le veía nada de malo.
Cada ves sentía que mas ojos se sumaban en su dirección, incomodando a la pequeña en cierto punto; pero con una sacudida regresaba a ser ella. Subiéndose en la espalda de Karonte dejo una corona de flores, Kaleios por estar bajo tierra y cazando solo le llevo algunos ratones para que comiera. Mami cuando lleguemos a casa puedo pintarle las patitas.—
De todas maneras Karonte esta pendiente.

Karonte se mantenía cerca agazapado cerca de una roca, tomaba el sol pero con sus ojos vigilaba de igual manera a la pequeña que tan risueña jugaba por los alrededores; su hermano Kaleios yacía enterrado bajo la tierra dado estaba cazando alimentos, en si el lugar era por mucho seguro para la menor.


Esta bien mami, no te preocupes.— Anuncio con dulzura en sus palabras, mirando hacia atrás descubriendo las colas de su madre cosa que le pareció normal, nunca se a ocultado.
Bajo su mirada protectora dejaba que su hija jugara, mientras se encontraba sobre la copa de uno de los arboles con sus 8 colas de manera intimidante se adueñaron del tronco de dicho árbol.

Mi muñeca no corras tanto que puedes caer.

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