(...) Dichos recuerdos se manifiestan en forma de sueño, e incluso, aquellos dulces momentos de la infancia donde jugaban y las risas nunca faltaban. Siempre pensó que su querido abuelo nunca debió partir, pero que los hechos determinarían una acción consecuente, que podría llamarse karma, o venganza para el irracional.

Pero no es lo que ocurre por su mente, pero el descanso siempre se ve interrumpido por los ojos llenos de lágrimas, no sin antes con los susurros inconscientes que se sellan con un apretón de párpados.

Cuando las noches caen, o el cansancio domina el cuerpo y mente del maestro de espectáculos, la imaginación puede ser bondadosa o cruel cuando los letargos terminan. Como trabajo primordial para el azabache, lo es entretener, pero como todo ser vivo, el instinto o las vivencias terminan por forjarlo.

Siempre recordará la abrupta partida de su planeta, cuando le arrebataron a su abuelo Doran por las fuerzas mayores del consulado y el aún pertenecía en la nave rumbo al planeta desconocido, lo cual ahora es la Tierra, un segundo hogar. Fue su único familiar que estuvo a su tutela, y gracias a él, pudo ampliarse ante sus propios horizontes. Razón eterna por la que viste de negro, ya que, considera que siempre estará de luto. (...)