En vidas efímeras es común centrarse en la tierra y en aquello que les diferencia, solamente para sentirse especiales y únicos, que lo son, mas cuando se pierde el equilibrio, solamente se dispersan más, y entran en el terreno de una soledad amarga, alejada de toda felicidad.
Sin embargo admiro a los humanos, pues no importando cuán erradas puedan estar sus cavilaciones sobre ellos mismos y el mundo, sufren, son felices, son libres de hacerlo en un suspiro, y por sobretodo nos enseñan qué caminos no debemos tomar en nuestra longevidad.
*La melodía de sus palabras se oyó con ecos tintineando feéricamente, cual caricia del viento sobre pétalos de una flor. Reflexiva y amena, no pudo ocultar su amor por la raza, catalogada por muchos, la menos bienaventurada.*
Vuelve a reintegrar su erguida y alta figura delante de la confundida mujer del bosque, quien clava con la carga penumbrosa de sus orbes, las iris directamente al níveo rostro de su interlocutora.
— Sin embargo, fuera de vuestras tierras, cierta población que tiene tendencia a convertirse en mayoría, los vivientes tienden a recriminar y señalar negativamente el "exceso" de admiración entre seres del mismo genero... Es parte de la decadencia de los humanos, Meine Dame... —
Pero... eso se da con todas las personas, sin importar el género. Más allá de un cuerpo físico con ciertas diferencias, todas somos almas, emociones y magia. *Parpadeó, sin comprender bien aún la premisa o, más bien, que exista un cuestionamiento sobre aquello.*
¿Rompiendo la qué? *Parpadea sin comprender dicha palabra, pues en su entorno no existe aquel contexto social. La elfa vive rodeada de naturaleza y es raro el contacto verbal con otros seres.* No entiendo...
