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La Artesana exploradora.
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ZyxS1569909 · 80-89, M
"¡Sí, Zyx quiere empezar cuanto antes!" Respondió energético el goblin, se podía ver un brillo infantil de emoción en sus ojos. Cuando la enana le llama a ver su trabajo, este responde en silencio con un simple asentir procedido de acercarse a su lado, dónde se asomaría a ver el como disponía de los objetos sobre la mesa y escucharía atento a cada una de las sabias palabras que saldrían de la boca de la herrera, repercutiendo en su mente alguna analogía apropiada para un mayor entendimiento sobre el color del metal al trabajarlo de la manera correspondiente. "Hmm... Es como las ratas asadas que hace Ergu... Tienen que tener el color apropiado para que sean sabrosas." Planteó en sus propias palabras mientras rascaba su mentón y seguía observando el arte de la peli-naranja.

Al contrario de lo que se esperaba de la actitud del goblin, cuál solía tener un ego elevado, no pareció ofenderse en lo más mínimo por la crítica a sus creaciones, es más, le parecía de gran importancia que su maestra le provea de comentarios sobre las formas de mejorar, y eso era lo más importante para él; ¿Qué sacaba con no admitir sus propias falencias? Solo seguiría trabajando con la mediocridad que solía hacer, el primer paso para progresar era aceptar sus errores y a partir de esta base seguir adelante. Simplemente se limitó a asentir con una amistosa sonrisa a la gran herrera y decir con entusiasmo. “¡Sí! Zyx está preparado.” Y apenas aprueba, se agacha para sacar de debajo de la mesa unos cuantos lingotes de acero, los levantó con cuidado y los dejó sobre la mesa frente a Chise. “Entonces… Supongo que partimos por el principio, fundiendo el metal, ¿No?”
MxGs1572538 · 36-40, M
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ZyxS1569909 · 80-89, M
Escucho atentamente las palabras de su próxima “maestra”, palabras que percutieron en él y llenaron su rostro de infinita alegría cual expresaría a través de aquella amarillenta sonrisa de desordenados y afilados dientes cual escualo, pesadillas para algunos que no conocen la bonachona personalidad del pequeño artífice. Sus intenciones de aprender eran realmente sinceras, bien sabía que los secretos de la herrería enana era algo que se guardaba muy celosamente entre los miembros de su raza, aprender de ella no era solo algo afortunado o una excepción a la regla, era una oportunidad realmente única y él no lo dejaría pasar. Zyx simplemente asintió energéticamente a las palabras ajenas, incluso aquellas que advertían que las lecciones serían de un solo intento, sabía que no era lo más propicio para lo didáctico, más no chistó, si había que poner el máximo de su atención por una indeterminada cantidad de tiempo para aprender tan legendario arte, valía la pena.

Cuando ella le ordena que se levanta, él obedece, poniéndose de pie ante ella, siendo levemente eclipsado por su altura ante la cercanía, superior aproximadamente por el tercio de un metro, y ahí le mostraría nuevamente sus labios curvos y ceño levemente fruncido; Una mueca rebosante de determinación para el desafío que habría de enfrentar. “¡Zyx está listo, Chise! ¡Zyx aprenderá como a dé lugar! Ya que de estos conocimientos, poder ayudar a sus hermanos y compañeros.” Dijo con cierto candor y vigores joviales, para después apartarse unos cuantos pasos, dejándole a la enana que hiciera lo “suyo.” “Bueno... ¡EMPIEZA CUANDO QUIERAS!” Dijo con ánimos exaltados, pareciera más orden que una petición dado al grado de enorme emoción y ansias que apenas podía contener el pequeño cuerpo del piel verde, quién de ser aceptada su petición, procedería a seguirle bien de cerca como fuera necesario y pondría cada uno de sus sentidos en su obrar y en su hablar, almacenando y analizando minuciosamente cualquier que detalle que pudiera nutrir su bendecida mente.
ZyxS1569909 · 80-89, M
Sorprendido por la enana, con tal de mantener su orgullo y dignidad trata de hacerse el fuerte conteniendo las mucosidades y lágrimas que emergían de su larga nariz y negros ojos, ahí tomado por ella le dice, tratando de disimular su dolor. “Errr… Chise, ah sí… Disculpa a Zyx… Lo sorprendiste…” Piensa por un momento, tratando de enhebrar una excusa, por muy inverosímil que fuera. “Lo sorprendiste haciendo un baile ritual goblin. ¡Sí! Así es…” Replicó un tanto avergonzado, por lo quebradizo de su voz se notaba a leguas de ser una mentira para mantener apariencias, más aún cuando la enana en la cercanía podía ver las marcas superficiales que dejaron un parche oscurecido con la forma de su mano sobre su verde mentón.

“Bueno… Emm…” Ahora un poco intimidado por la cercanía, delicadamente se deshace de su agarre y aleja un par de pasos, tomando una distancia más prudente de su nueva compañera de armas. “Bueno… Si pasarás más tiempo acá, bienvenida a la “estación de trabajo”… ¡ZYX TIENE DE TODO!” Ahora con mejores ánimos se aleja un poco más, mientras extendía sus brazos hacia sus laterales con los dedos abiertos, exagerando el tamaño del taller en cual trabajaba y sus rudimentarios contenidos. “Bueno, puedes sentirte en casa, todo lo que necesites solo dímelo, Zyx estará ansioso de prestarte cualquier material o herramienta que necesites…” Ahora con sus ojos abiertos como platos, resaltaban un resplandor que delataba su emoción, se acercó a la aventurera herrera y le tomó de una de sus manos entre las propias, guardándole con calidez e implora desde el fondo de su corazón. “Zyx te dirá la verdad…No es muy bueno en esto de la herrería… ¡Por favor, Chise, por favor! ¡ENSÉÑALE A ZYX EL ARTE DE LA HERRERÍA!” Le dijo empalagosamente, llegándose a arrodillar ante ella, haciendo del momento un tanto incómodo.
ZyxS1569909 · 80-89, M
A altas horas de la noche, Fortaleza del Hueso


Pareciera que toda la compañía del hueso se encontraba durmiendo en paz luego de un arduo día, todos a excepción de los soldados que montaban guardia y el energético duendecillo que sin descanso trabajaba en su taller. Este último se ubicaba a los interiores de las murallas y en el patio de armas, frente a un pozo que se erige en su centro, era una edificación rectangular de piedra coronada por 3 chimeneas, de aspecto sencillo y espacioso, poseía un solo piso pero daba suficiente lugar para guardar entre sus paredes todo lo necesario para las labores científicas del artífice, poseyendo por el extremo izquierdo un laboratorio alquímico y en su fondo y costado derecho todo lo correspondiente a la herrería, peletería y mecánica, sin un orden específico.



¡Cling, cling, cling! Sonaba repetitiva la percusión del estribillo del martillo, sobre el hierro al rojo vivo y este último a su vez sobre la inamovible base del yunque, soltaban esquirlas ardientes de cada arremetida del manco artífice. El sudor le descendía desde la frente hacia el resto de su feo rostro ennegrecido por los aceites y el carbón, apretaba la quijada y se quejaba por cada esfuerzo, la labor del herrero exigía una resistencia y fuerza física que todavía no lograba cultivar del todo, sin embargo, esos amarres terrenales no podían con la determinación del espíritu indomable del piel verde, aquel que le forzaba a levantar su única mano de carne y hueso y hacerla caer con toda su capacidad sobre el retoño de sus trabajos a medio formar, una deforme y pequeña plancha de acero que alguna vez podría ser la hoja de una daga. Tras suyo la fragua ardía perpetua, ahogando el aire nocturno en su intenso calor y fragancias de metal fundido y carbón, acentuando con su rojiza luz, la pequeña y solitaria silueta del maloliente duendecillo.

Él vestía de su atuendo de trabajo, un desgastado y holgado mameluco que exponía su escueto pecho, botas y un solo guante de cuero que guarnecía su mano derecha. “No está quedando bien… Pero practicando, Zyx hará un mejor trab-“ Súbitamente fue interrumpido por un orco peón que abrió bruscamente de golpe las puertas del taller, pegándole un susto. “GYARRGH, ¿NO PUEDES TOCAR LA PUERTA?” Reclamó el goblin. “SEÑOR, LLEGARON VISITAS, UNA ENANA ACABA DE ENTRAR A LA FORTALEZA Y REQUIRIÓ VISITAR SU TALLER.” - “… Una enana… ¡CHISE! ¡ARGH! ¡VA A VER LOS PÉSIMOS TRABAJOS DE ZYX!” Entretanto el orco se retiraba luego de cumplir su misión de mensajero, el desesperado inventor empezó a esconder las espadas, lanzas, dagas y variadas armas, improvisando en el camino; Algunas las metió debajo de las mesas, otras que descansaban sobre las mesas las cubrió con una manta y otras simplemente las lanzó descuidadamente por una de las ventanas. “¿Queda algo más?” A contra reloj empezó a ver sus alrededores, por el rabillo del ojo notó a la plancha de metal maltrecha en la cual hace unos momentos trataba de darle forma a toscos martillazos. “ARGHHH…” Rápidamente la toma con la mano metálica, con tal de no quemarse por el ardiente acero y apresuradamente lo lleva al horno, abriéndolo y lo metiéndolo al interior del crisol, dejando que se derrita. “Uff… Mucho mejor.” Satisfecho palmeó sus palmas y miró hacia la puerta, esperando que en cualquier instante cruzara a través de ella la invitada que le provocaba tanta ansiedad, inclusive dándose un momento para posar sonriente, inclinando su torso sobre una mesa, adaptada para su altura y apoyando sus brazos, sobre cual su mano biomecánico serviría de sopor para su mentón. Tsss, se escuchó de la nada un chichirreo y un vapor ascendió por debajo de su nariz, luego sentiría el intenso dolor; Se había quemado por el calor transferido del metal candente a la prótesis y de la prótesis a su quijada. “GYARGH!!!” Sin poder contener lágrimas saltó por todo el salón entre quejas y maldiciones berretas en lengua goblinoide.

Realmente ser anfitrión, no era lo suyo.
yoursenpai · 26-30, M
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LdyMelin · F
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