Nadie sabía que seguía con vida. Ni su maestra, su compañero, nadie. Después de que la cruz cayera sobre ella su Hamon tomó fortaleza y la protegió. Envuelta en energía el suelo se pulverizó bajo ella, creando una trinchera que la salvó. Pero las heridas eran graves. Estuvo inconsciente algunas horas hasta reaccionar. Todo había terminado para ese entonces, todos se habían ido. Sólo quedaba ella y su vergüenza. Decidió no volver. Entrenaría, se sometería a las peores condiciones del mundo para volver con la frente en alto. Ayudaría al señor Speedwagon más, no sería un fracaso.
Y eso hacia en la nieve, en su propio exilio lejos de allí. Dónde el aire helado desafiaba a sus pulmones, con sus músculos adoloridos por tanto entrenamiento. Ahora mismo talaba leña, trabajando en sus brazos.
