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El ambiente creado entre los miembros de la tripulación le subía los ánimos a cualquiera que llegara a subir al barco, y Diluc no fue la excepción. El recibimiento de los piratas era amable y cordial; todo parecía que la imagen tan típica de los piratas no iba acorde con ellos. Cómo si fueran la excepción a la regla. ¿Y cómo no? Después de las hazañas de su capitana, seguro nadie se atrevería a hacer nada que pudiera arruinar la reputación de Beidou. Quizá en un inicio, el joven no se mostraba tan dispuesto de estar en ese lugar, poco a poco iba cambiando de parecer. ‘’Tal vez venir no fue tan mala idea’’, pensó mientras se adentraba en la embarcación.

Detuvo su andar cuando escuchó a la capitana llamándole. La figura de la mujer al cargo le impacto. Era imponente y fuerte, tal y cómo la pintaban en las leyendas que corrían sobre ella por Teyvat. Si aquellas historias eran al menos la mitad de ciertas, no podría negar que tuviera el liderazgo suficiente para mandar en aquel lugar.

Espabiló ante la invitación de la capitana, tal parecía que no sólo era una gran pirata, pero también una buena negociante, teniendo el detalle de preparar un agradable ambiente para recibir a su visitante. — Buen día, capitana Beidou. No debió molestarse en lo más mínimo, pero acepto con gusto su invitación. Un festín no es necesario para pasar un buen rato mientras acordamos lo mejor para ambos lados, ¿No? — una tenue sonrisa decoró su rostro, mientras el pelirrojo dirigió sus pasos hacia la mesa que le había sido indicada. La vista era maravillosa, no podía negar que olvidar esta experiencia sería algo bastante difícil.

Si bien, su prioridad no era el mantener el negocio de vinos, no era algo que podía abandonar simplemente por que sí. Después de todo, era el fruto del esfuerzo de su padre. Diluc contaba con un habilidoso asistente, quien era el encargado y principal motivo por el cual el Viñedo del Amanecer crecían en cuanto a prestigio día con día. Pero aún con un representante con tal reputación, había ocasiones en las que el joven maestro debía hacer acto de presencia y este era uno de esos días.

El que Inazuma abriera sus fronteras, era algo inédito. Un nuevo mercado el cual podrían explotar. Y hablando de reputaciones, había alguien quien no necesitaba tarjeta de presentación cuando de viajes en alta mar se trataba. Era la candidata ideal para transportar mercancía de una nación a otra. Tal es la fama de esa capitana que no era necesario mencionar su nombre. Un par de cartas y el encuentro fue acordado. Claro que esto le resultaba fastidioso a Diluc pues, el tiempo invertido en ir a Liyue a encontrarse con la pirata era tiempo que podía invertir en investigar más sobre la Orden.

Llegar a la nación vecina no era nada novedoso, pero ir al Alcor, aquella famosa embarcación sí levantaba un poco la curiosidad del pelirrojo. El subir al barco y ver de primera mano el lugar dónde tantas historias acerca de su tripulación y capitana se habían llevado a cabo, ¿que tanto sería real y que tanto una exageración de la misma gente? Los miembros del lugar recibieron animosos al joven, estaban enterados de sus propósitos de hacer negocio con su líder. Había mucho que ganar y nada que perder. Pero... ¿Y Beidou? Barrió la borda, en búsqueda de la silueta de tan imponente figura.