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EdelgardVonHresvelg · 22-25, F
No podía ocultar la preocupación en sus pupilas amatista, aunque su maestra intentaba ser fuerte y era admirable de su parte, estuvo a punto de reprenderla otra vez cuando ambas fueron interrumpidas por un sonoro bostezo. El heredero de la casa Hevring ni siquiera se molestaba en ocultar que, aburrido de todo a su alrededor, estaba simplemente holgazaneando.

—Lady Edelgard, raro verte en este lugar del monasterio.— La Emperatriz frunció el ceño ligeramente ante las palabras del joven. La discreción tampoco era una de las virtudes de ese muchacho. —Maestra...— Quizás también diría un comentario inapropiado acerca de la mujer, pero algo en sus ojos cambió cuando se dio cuenta de la herida que ya había empapado de sangre la venda y goteaba sangre sobre el pulco suelo.

—Como verás, tu ayuda es precaria Linhardt.— Explicó la albina. —¿Puedes sanarla?— Quizás su voz sonaba más ansiosa que de costumbre. Linhardt asintió.

—Necesito que esperes afuera, Edelgard.
 
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