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Jiren · 100+, M
La insistencia de la híbrida saiyajin ya rozaba de lo inquieto a lo fastidioso. No podía avanzar más con su caminata, quedó frenado ante el obstáculo que implicaba que la señorita de cabellos azulados se pusiera en su andar y evitara que pudiera abandonar el lugar, aquellos insensibles ojos de los que era dueño, se clavaron con el índigo de su mirada, una mirada llena de superación propia podía vislumbrarse a través de aquella vista que expresaba como llama ardiente, la fuerte decisión que ella disponía a cumplir.
El más alto quedó en un profundo silencio por un instante breve, por alguna razón habían llegado a él aquellos sentimientos y motivaciones propias de un individuo que quería ser capaz de llegar a cumplir su meta.

—Monte Olimpo, a la primera luz del alba.—

Exteriorizó mientras emprendió vuelo, levantando la polvareda del suelo en donde se hallaba, pero no sin antes dejar grabada sus palabras. Había sido justo y claro, la montaña más alta del planeta era el punto de encuentro. Fue convencido por la la fuerte voluntad de la ansiosa mujer, ella debía ser puntual y atenta a aquella respuesta. Le estaba dando un privilegio al que nadie ha sido capaz de llegar.
Finalmente desapareció con vuelo rápido, perdiéndose de la vista ajena.
Jiren · 100+, M
Seguía caminando, haciendo caso mínimo a la presencia y el acoso de la saiyajin, aunque impedía una interacción más cordial de su parte, se prestaba a oír cada palabra exclamada por la híbrida oriunda de la tierra.
En algún momento cuando mencionó ser hija de Vegeta, aquel orgulloso y admirable guerrero que fue capaz de darle una pelea propia de individuos aguerridos y motivados por sus aspiraciones personales, detuvo su marcha, recordando al príncipe del extinto planeta Vegita. Por supuesto que no conocía todos esos detalles de manera fluida al no convivir en el universo perteneciente al Hakaishin Bills.

—Algo así.—

Respondió de manera corta y clara en alusión a su experiencia vivida en batalla en contra del príncipe saiyajino. Lo conocía, pero no por ello la hija de aquel mencionado hombre había logrado ganarse el agrado del poderoso miembro de las tropas del orgullo.

—Ya veo, buena suerte.—

Volvió a musitar dejándole en claro que si ella deseaba entrenar, podía hacerlo libremente. Pero que no tenía intención de ser participe. A su vez volvió a emprender su marcha, caminando para alejarse del lugar, a la espera que la chica se alejara de él, pero siendo incapaz de obligarla a que dejara de seguirlo. Tenía una paciencia de gran envergadura.
Jiren · 100+, M
Aquella aislada indiferencia pudo disiparse unos segundos tras la exposición de energía de la joven. Pues no tenía ningún tipo de gusto por si quiera querer entrenar a alguien a quien acababa de conocer. No obstante, se permitió el voltearse para observar de frente a la mujer saiyajin quien se encontraba a una distancia prudente, sus pupilas se quedaron reflejadas por el aura dorada de la hija del principe saiyano.
La expresión de sorpresa en su rostro fue inevitable formarse en un gesto de ceño fruncido, definitivamente aquella joven era una saiyajin, una raza que el justiciero identificaba con bastante notoriedad. No le sorprendía el poder que ella iba emanando, el mero hecho de ser de la misma raza que Son Gokú y Vegeta, fue motivo merecedor de la sorpresa del guerrero Gris.

—Saiyajin.. Eres uno de ellos, ya veo.—

Tras un largo plazo de silencio prolongado, entonó la voz de forma grave y seria. Sus ojos se quedaron en completo seguimiento hacia la joven saiyana.

—Por mi puedes hacer lo que se te venga en gana, no pienso desperdiciar mi tiempo. No tienes lo necesario.—

Concluyó con una amarga afirmación mientras se dio media vuelta de nueva cuenta. Pero esta vez para caminar y alejarse del lugar a paso lento, sin haber medido sus palabras hirientes en torno a la joven peleadora.
La brisa que se hizo presente en el árido suelo, parecía dar hincapié a aquel golde duro a la dignidad que todo guerrero posee.
Jiren · 100+, M
El silencio era su mayor fachada y la indiferencia revestía su dura personalidad. Poco caso, casi nulo era el que prestaba hacia la señorita de pelos celestes, ¿porque? La respuesta era muy fácil de contestar, no la conocía y no tenía interés en hacerlo.
No articulaba palabra alguna y se daba el placer de dar la espalda con boca enmudecida. Si bien era cierto de que la visitante, era simplemente eso, una visitante. Y que no implicaba ninguna alerta para los habitantes del planeta rojo, Jiren no quería ni tenía la mínima grata impresión por querer demostrar una personalidad amistosa ante la mujer.
Para sus pensamientos, la había calificado como una niña queriendo jugar a ser una guerrera. Pese a que estaba de espaldas a ella y en un arroyador silencio, su vista había sido capaz de memorizar el cuerpo de la elegante chica, su conclusión era que no le tenía el más minúsculo respeto como alguien que pudiera ser capaz de ejercer entrenamiento físico, la había identificado para opinión propia como una chica débil.
Jiren · 100+, M
Quedaba demostrado que la mujer no significaba un llamado de alerta para el planeta en cuestión. Pero como era costumbre, para con hombres y mujeres que no resultaban del agrado del guerrero Gris, el trato que ofrecía era ácido y poco cordial. No tenía el mínimo grado de delicadeza para con nadie.

—Eres muy ruidosa niña.—

Exteriorizó de manera corta y sencilla pero áspera, el trato que le ofrecía no era el de un caballero. Era el de alguien que vivía recluido en solitario, no trataba mucho con personas y las excepciones que hacía era para gente en extrema falta de ayuda, niños. Así como también como para los de su raza, su bajo nivel en cuanto a socializar se refiere, era muy evidente y fácil de entender.
Ni siquiera se animaba a mirar a la cara a la joven que tenía a poco metros suyo, no tenía ni la más mínima intención de crear una charla o conversación.
Jiren · 100+, M
Su rostro delataba poca paciencia, aún cuando aquella visitante se había presentado. Una cosa era segura, aquella dama no era un enemigo, incluso no parecía tener ni la más recóndita idea de quien era el esbelto hombre de piel grisácea.
Venir a entrenar, así lo declaró la llamada Bura Brief de sus propios labios y la conclusión que sacó el miembro de la tropa del orgullo es que había elegido un lugar equivocado como sitio para invertir su tiempo en dicha actividad.
No le importaba la actitud arrogante que ella tenía, pues no era un hombre impulsivo que se dejaba llevar por una personalidad prepotente de parte de los demás.

—Ve al interior de tu nave y retírate por donde viniste. Puedes acatar mi sugerencia o puedo obligarte a que lo cumplas.
Aunque no lo aparente, estoy seguro que te llevo el triple de edad, no estoy para seguirle la corriente a una mocosa.—

Agregó con total falta de total atención hacia la persona ajena, al punto de darle la espalda. Esperando a que en ese momento siguiera su recomendación y se retirara inmediatamente del planeta.
Jiren · 100+, M
Era un ambiente de fiesta, la mayoría de aldeanos pasaban a rodearlo para ovacionarlo. No se consideraba para nada una celebridad, ni tampoco un superhéroe, pero ante los ojos de su gente era un prodigio digno de admiración. Los suyos sabían perfectamente a que se dedicaba el fornido hombre, no era para menos aquel recibimiento. Pues junto con sus camaradas de las tropas del orgullo, mantenía la paz y el orden por el universo.
Tenía bien merecido el mote de héroe de Marte. Incluso los más pequeños se acercaban a saludarlo y como no podía negarse ante aquellos rostros lleno de vida e inocencia, el mas alto se ponía en cuclillas para sonreír a los niños y darles una cariñosa caricia sobre la cabeza. Era el ejemplo e ídolo a seguir para los infantes del planeta. Sin embargo el semblante de su rostro se torno con aquella seriedad típica en él. Algo lo inquietaba y es que una extraña y nada familiar energía sintió llegar de manera reciente al planeta.

—Volveré en un momento, sean buenos y compórtense.
Tengo algo que verificar.—

Entonó la voz en forma de susurro para los más pequeños y finalizó su corta explicación del porque debía retirarse de la ciudad de manera breve, en un tono de voz alto para que los mayores lo oyeran con claridad.
Los adultos se dieron cuenta rápidamente que algo no andaba bien, por eso el cambio en el comportamiento del hombre uniformado.
De manera veloz se dirigió hacia el origen de tal energía extraña. No pensaba poner en peligro a su gente y menos estando él allí presente, para detener algún probable ataque enemigo. Podía visualizar una silueta humana mientras más se acercaba, una mujer, eso pudo apreciar, pero que no lucía como los de su raza.
Descendió al suelo a unos escasos metros de la ya ahora perceptible joven, ya la podía observar con justeza. Una bella mujer, pero completamente desconocida para él.

—¿Quién eres?, ¿A que has venido?—

No se demoraría en analizar a la extraña, rápidamente exclamó preguntas seguidas en forma interrogativa hacia la señorita.
Jiren · 100+, M
Luego de arduos trabajos y actividades dentro de la organización que impartía la justicia, las tropas del orgullo. Tuvo la idea de visitar su planeta natal, su gente era bien conocida por mantener una filosofía de paz, todo se encontraba en orden. Pero la nostalgia lo venció y tomó rumbo hacia el planeta rojo.
¿Como andaban los aldeanos?, ¿como se hallaban los niños de marte, que tanto él atesoraba? Preguntas para si mismo que lo motivaron a dirigirse a aquellas tierras que lo vieron nacer y crecer en el hombre que hoy era.
No le tomó mucho tiempo en llegar al planeta. El suelo rojizo característico de aquel planeta fue lo primero en plantarse sobre sus pies y a paso lento fue caminando en dirección a la ciudad, el héroe y orgullo del planeta se encontraba de regreso y el rumor se expandió rápidamente como pólvora. Las primeras personas en avistarlo fueron a dar la noticia. La algarabía y el recibimiento no se hizo esperar, un cálido saludo y una bienvenida generalizada se escuchaba al unísino, una leve y tenue sonrisa se dibujo en los labios del hombre más poderoso del universo once. Se encontraba de regreso en su hogar.