Elevó sus manos colocando sus dedos en la enredadera para poder deshebrar con cuidado de no lastimarle. — No es nada. — Sus mirada fija en las verdes sogas al tiempo que respondió. — Neferet Kaos, ¿el tuyo?--Ah, y lo más importante, ¿cómo es que te puedes enredar así dos veces? — musitó de forma agradable, en afán de hacerle reír; mera distracción en lo que terminaba de desatar aquellas muñecas de tan ajustada prisión.

Bryana asintió, desviando la mirada. No era primera vez que tenía que recibir socorro por sus torpezas
—Gracias... —susurró a la muchacha.—¿Cómo te llamas?

— ¿Necesitas ayuda? — Se acercó con tranquilidad parándose al lado diestro de la joven.

—Estoy atascada... otra vez. —suspiró.

— Estás triste, ¿por qué? —